En el horizonte económico de este año 2025, Paraguay aparece como una de las economías más prometedoras de América Latina, según las estimaciones que realizan importantes entidades. Con una proyección de crecimiento del producto interno bruto (PIB) del 3,5 % al 3,6 %, según el Banco Mundial y el reporte macroeconómico de Itaú, el país se posiciona como la segunda economía de mayor expansión en la región, detrás de Argentina. Este desempeño es notable, especialmente si se considera que el contexto global y regional sigue siendo desafiante. Sin embargo, detrás de este panorama muy alentador persisten riesgos significativos, en particular los derivados de la sequía que amenazan con quebrantar el crecimiento de nuestro país.

El posicionamiento de Paraguay como líder regional en crecimiento es un reflejo de su estabilidad macroeconómica, un consumo interno aún robusto y una política monetaria prudente. En un contexto donde varias economías de América Latina luchan por repuntar, Paraguay ha mantenido una dinámica positiva, incluso frente a los desafíos estructurales y climáticos. La inflación proyectada para 2025, en torno al 3,5 %, está alineada con los objetivos del Banco Central del Paraguay (BCP), lo que refuerza esta percepción que existe en los organismos internacionales.

Sin embargo, gran parte de este crecimiento sigue dependiendo del consumo interno y de la producción agrícola, especialmente de la soja, un sector que enfrenta la presión directa de las adversidades, como ha ocurrido en la última década, cuando los riesgos se convirtieron en realidades.

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El corazón de la economía paraguaya, la agricultura, enfrenta una amenaza severa este año debido a la sequía o, lo que es lo mismo, un déficit hídrico colosal. Como advirtió Héctor Cristaldo, presidente de la Unión de Gremios de la Producción (UGP), la falta de lluvias en las últimas cuatro semanas ha afectado los cultivos extensivos, particularmente la soja, que se ha convertido en un producto que se cultiva ya no solamente en los departamentos del Sur, sino también en el Norte, donde el estiaje, precisamente, golpea con dureza.

Las proyecciones iniciales de cosecha de 11 millones de toneladas de soja se alejan cada vez más de la realidad, debido a la falta de humedad en el momento crítico de floración y formación de granos, como lo explican los productores. Las áreas sembradas muestran plantas secas o con menor calidad, lo que impactará en la cantidad y el precio de la producción cuando concluya la cosecha.

La dependencia de la economía paraguaya del sector agrícola revela una vulnerabilidad estructural que necesita ser abordada. Sin estrategias de diversificación claras, el impacto de fenómenos climáticos como la sequía puede convertirse en una barrera recurrente para el crecimiento sostenido del país. Por ahora, las tareas pueden solamente ser de contención o de mitigación, pero es necesario trabajar en políticas a largo plazo, donde el sector público y el privado arriben a soluciones de largo plazo.

Otro aspecto destacado del análisis económico para 2025 es la política monetaria, que enfrenta un entorno complejo externo. Si bien el BCP ha mantenido un objetivo de inflación bajo y estable, el margen de maniobra para relajaciones adicionales está limitado por las condiciones globales. Las tasas de interés internacionales, influenciadas por la Reserva Federal de los Estados Unidos, seguirán siendo un factor determinante para las políticas. En este contexto, Paraguay deberá equilibrar cuidadosamente sus decisiones monetarias para sostener el consumo y las inversiones, sin comprometer otros aspectos.

A pesar de las proyecciones optimistas, los riesgos asociados al cambio climático subrayan la necesidad de diversificar la economía paraguaya. La excesiva dependencia de la agricultura y las exportaciones de productos básicos exponen al país a fluctuaciones externas e internas que son limitantes. Aunque el sector de los servicios ha sido en los últimos años una variable importante, tampoco ha logrado consolidarse como un factor que ayude a atemperar los grandes altibajos económicos, pero su robustez sin duda ayudará a lograrlo en el largo plazo. El Gobierno y el sector privado deben priorizar inversiones en sectores más resilientes, como la tecnología, la manufactura y los servicios, para reducir la dependencia del sector agrícola.

Paraguay tiene la oportunidad de consolidarse como una economía líder en la región en 2025, pero este camino no está exento de desafíos. El riesgo de una sequía prolongada, la dependencia estructural del sector agrícola y las limitaciones en el margen de acción monetaria son factores que no deben subestimarse.

El país necesita aprovechar este momento de crecimiento para implementar políticas públicas que fortalezcan su resiliencia frente al cambio climático y promuevan una economía más diversificada. Solo así podrá garantizar un desarrollo sostenible y proteger los avances.

La capacidad de Paraguay para enfrentar estos desafíos no solo determinará su desempeño económico en 2025, sino también su posición como modelo de crecimiento capaz de afrontar los vaivenes internacionales así como la inescrutable fuerza de la naturaleza.

Etiquetas: #desafíos#PIB

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