La reciente promulgación de la “Ley de la función pública y de la carrera del servicio civil” constituye un momento trascendente en la historia de la administración pública. Este marco legal, largamente esperado y debatido, marca un antes y un después al consolidar un sistema más eficiente, transparente y orientado a satisfacer las necesidades de la ciudadanía, que es en definitiva a lo que apunta el espíritu de esta normativa.

El contexto que rodea esta nueva legislación no es menor. Históricamente, la administración pública en nuestro país afrontó críticas por su clientelismo, por cuotas políticas y por la falta de profesionalismo. Este nuevo instrumento legal busca revertir esos viejos vicios y sentar las bases para un Estado moderno y eficiente, capaz de enfrentar los retos actuales.

Entre los aspectos más destacables de esta ley se encuentra su cobertura general, que incluye a todas las instituciones públicas sin vulnerar la autonomía constitucional de los distintos órganos del Estado. Este equilibrio entre inclusividad y respeto institucional es un punto a favor que subraya la madurez con la que se ha encarado su elaboración.

Uno de los pilares fundamentales de la normativa es la promoción de la meritocracia. La introducción de concursos y evaluaciones para el ingreso y permanencia en la función pública es una de las medidas más audaces y necesarias para profesionalizar el servicio civil, un aspecto largamente anhelado por los paraguayos que siempre han reclamado que la base para el ingreso a las entidades estatales sea la justa apreciación de las aptitudes de una persona. En un país donde el nepotismo ha sido una constante, esta disposición busca garantizar que los más capacitados sean quienes ocupen los puestos públicos, priorizando la eficiencia sobre intereses particulares.

En paralelo, el reconocimiento y fortalecimiento de las carreras especiales como la docencia, la medicina y la enfermería reflejan un compromiso con sectores esenciales para el desarrollo del país. Estas áreas, que a menudo fueron relegadas, ahora contarán con una mayor protección y oportunidades de crecimiento profesional, lo que sin duda redundará en una mejora de los servicios que brindan.

Asimismo, otro aspecto resaltante que la ley promulgada por el Ejecutivo introduce es el sistema de protección legal para los contratados que hayan ingresado mediante concursos de mérito, asegurando su estabilidad laboral. Este paso no solo dignifica a estos trabajadores, sino que también contribuye a consolidar un servicio público eficiente y comprometido.

En cuanto a la línea de liderazgos dentro de la estructura estatal, otro aspecto del que se ocupa la ley, es un punto clave pues crea un régimen de directivos públicos, con estándares de calidad que apuntan a garantizar una dirección eficaz en las instituciones estatales. Este enfoque no solo eleva la vara en cuanto a las competencias requeridas para ocupar cargos directivos, sino que también fomenta una cultura de excelencia en la gestión pública.

La aprobación de esta ley ha sido reconocida por organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la calificadora Standard & Poor’s, que destacaron su carácter participativo y su potencial para fortalecer la institucionalidad en Paraguay. Este respaldo no solo refuerza su legitimidad, sino que también coloca al país en el radar como un ejemplo de transformación positiva en la región.

Sin embargo, el desafío real radica en la implementación de la normativa. Es crucial que las disposiciones de esta ley no queden como una mera declaración de intenciones, sino que se traduzcan en cambios tangibles y sostenibles. Esto requerirá voluntad política, recursos adecuados y un monitoreo constante para evitar que las viejas prácticas resurjan bajo nuevas formas. La administración del presidente Santiago Peña ha dado muestras que está en el camino correcto para que esta ley no sea letra muerta y que su ejecución e implementación se enfoque en servir a la gente. De hecho, fue su gobierno el que ha dado el paso fundamental de debatirlo durante meses, hacer los cambios necesarios en base a consensos y aprobarlo en el Congreso.

Es por todo lo expuesto más arriba que la nueva “Ley de la función pública y de la carrera del servicio civil” es un paso firme hacia el futuro. Al apostar por la meritocracia, la profesionalización y el fortalecimiento institucional, Paraguay envía un mensaje claro de compromiso con la ciudadanía y con su propio desarrollo. Es tarea de todos, Gobierno y sociedad, procurar que este avance legal se consolide y se traduzca en un Estado más justo, eficiente y al servicio de todos los paraguayos.

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