El gobierno de Nicolás Maduro Moros al frente de la República Bolivariana de Venezuela rom­pió relaciones diplomáticas con la República del Paraguay. Eso porque nuestro país reconoció a Edmundo González Urru­tia como ganador de las elecciones presiden­ciales del 28 de julio de 2024 en que salió triunfador frente a Maduro, que no aceptó la derrota.

Ante los resultados de la mencionada vota­ción popular, los países democráticos del mundo, con los Estados Unidos de América a la cabeza, reconocieron a González Urru­tia como nuevo mandatario de la nación bolivariana.

El mencionado candidato opositor consiguió un 67 % de los votos frente al 30 % alcanzado por el chavista, según el 81,7 % de las actas compulsadas. Y, por consiguiente, tiene que asumir el 10 de enero de 2025 al frente del gobierno en Caracas.

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El Gobierno paraguayo señaló a través de un documento oficial del Ministerio de Relacio­nes Exteriores que, “en ejercicio de su sobera­nía y en defensa de los principios democráti­cos que guían sus relaciones internacionales, comunica que el presidente de la República, Santiago Peña, ha reconocido expresamente al señor Edmundo González Urrutia como presidente electo de la República Bolivariana de Venezuela, respetando la voluntad sobe­rana del pueblo venezolano expresada en los comicios del pasado 28 de julio”.

La cancillería nacional resaltó que “el Para­guay no reconoció los resultados presentados por el régimen de Nicolás Maduro debido a la falta de respaldo documental que sustente los datos del Consejo Nacional Electoral de ese país, ya que las copias de las actas electo­rales presentadas por la oposición contradi­cen a los mismos”. Como consecuencia de esa decisión se ha exigido al embajador venezo­lano y a todo su personal diplomático acredi­tado en el país que abandone el territorio del Paraguay en un plazo de 48 horas.

La dictadura chavista que, como todo gobierno totalitario, no es capaz de aceptar los resultados de votaciones libres, no admi­tió la elección del opositor y decidió empo­trar en el poder al dictador Maduro por otros seis años más. Y en los próximos días volverá a iniciar un nuevo período guberna­mental sin haber recibido la suficiente can­tidad de voto para ello.

Aquí no hay nada que extrañar. ¿Desde cuándo un déspota ha admitido el valor de las votaciones libres del pueblo? ¿Acaso una dictadura va a aceptar la decisión popular si le resulta adversa? Ocurrió lo que era de esperar de una autocracia, seguir al frente del poder, aunque los votos le hayan sido contrarios, como ocurrió. Para un tirano, siempre está primero retener el poder por encima de todo. En marzo próximo, Maduro cumplirá 12 años como presidente de Vene­zuela. Y si asume, puede llegar a 18 años al frente de su país.

Por eso el reconocimiento paraguayo del gobierno electo democráticamente tiene gran importancia, y, en consecuencia, ha roto relaciones con el dictador que quiere perpetuarse al frente de su país. El Paraguay no tiene por qué aceptar a una administra­ción totalitaria que pretende mantenerse en el poder al margen de los votos de su pue­blo y está actuando como corresponde a una nación que respeta y hace respetar el derecho por encima de cualquier simpatía o conve­niencia.

Debido a ello, la Cancillería expresó: “La República del Paraguay aboga por una transición pacífica en la República Boliva­riana de Venezuela el próximo 10 de enero de este año”.

Como en el Paraguay la dictadura está fuera de la ley, según la Constitución Nacional, el Gobierno paraguayo no reconoce ni admite como bueno ningún tipo de totalitarismo, aunque sea más allá de sus fronteras. Y está actuando en consecuencia al romper relacio­nes con el dictador Maduro que prefiere los caprichos del despotismo a la vigencia de las normas de la democracia. Lo mismo están haciendo numerosos países con gobiernos democráticos, por respeto a la libertad y la vigencia de los derechos. Un ejemplo de ello es la actitud asumida por los 27 países que integran la Unión Europea, ninguno de cuyos embajadores asistirá a la toma de posición del dictador, como muestra de la repulsa y rechazo al dictador chavista que quiere asu­mir otro mandato.

El Gobierno del Paraguay, que fue repu­diado por Maduro, debe tomar como una condecoración el desprecio del tirano vene­zolano que quiere seguir en el poder a pesar del rechazo popular.

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