La serie de rapiñas a vehículos sean estos de 2, 4 o más rue­das que hasta hace unos años se daban esporádicamente y se atribuían a un sector marginal con radio limitado, fue expandiéndose al punto de convertirse en una actividad casi especia­lizada de los dueños de lo ajeno. Las limi­taciones en la seguridad ciudadana conci­bieron detrás este mal que ya se tornó un flagelo, principalmente para la clase tra­bajadora que se ve muy perjudicada con el robo de autopartes, realidad a la que toda­vía no se encuentra una solución.

Los escuadrones de seguridad llámese Policía Nacional, de Tránsito, Urbana, etc., en medio de sus ajustados recur­sos deben afrontar esta situación que les hacen llover denuncias, según vemos en las noticias y redes sociales muy frecuen­temente. Ya no importa la hora ni el lugar, los delincuentes desafían temerariamente a las autoridades, a la ciudadanía en gene­ral y despojan de piezas a los rodados en cuestión de minutos y sin mayores proble­mas por sus actos.

El hurto de piezas de autopartes es una salida inmediata para el negocio ilegal de los marginales. Ese mercado que antes se dinamizaba mayoritariamente entre loca­les comerciales del rubro ferretero, elec­tricidad, desarmaderos, casas de empeño, dicho por los mismos agentes de seguridad hoy se ha expandido con tienen clientes transeúntes, virtuales por la variedad de ofertas que se consiguen hacer con los des­pojos a los vehículos.

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Redes sociales, la vía pública casi de manera indisimulada mueven el nego­cio sin mayores dificultades. Un mercado prostituido con el desplome de precios producto de los ilícitos y una Justicia que no encuentra el mecanismo de agarrar­los con recursos legales perdurables en el tiempo se vuelven favorables para el esquema.

Según datos oficiales del Ministerio Público de lo que va de 2024 se registraron cerca de 40.000 casos de hechos contra la propiedad, aproximadamente 257 casos por día, lo que serían entre 11 a 10 hechos por hora. Estas cifras refieren exclusiva­mente las denuncias realizadas ante la Fiscalía, pudiendo ser mucho mayor con los hechos no comunicados o denunciados.

Hace unas semanas se viralizó un video de cómo un solitario hombre robaba auto­partes a plena luz del día en la zona de la Costanera de Asunción, con total tranqui­lidad sin preocuparse siquiera por mirar a los costados y eligiendo alzarse con las piezas de su preferencia.

El autor fue identificado, detenido y en el proceso confirmó que operó pre­vio pedido. Dio detalles incluso de que le pagan unos G. 30 mil por pieza. Si bien se abrió una investigación penal, el sujeto fue liberado en menos de 24 horas. Casos como este es pan de cada día para la Poli­cía como para los organismos judiciales ante la ausencia de herramientas legales para que el castigo sea más ejemplar y a esta tarea deben necesariamente abo­carse las autoridades.

Días atrás, el senador y presidente del Congreso mencionó que se ocuparán del tema en el periodo legislativo entrante. “Vamos a presentar una solución mba­reté, planteando ajustes a la legislación de manera que terminen ya los episodios de prisión delivery de ida y vuelta para los que provocan episodios de inseguridad en las calles”, refirió Basilio Núñez.

La promesa del legislador es más que nece­saria para acabar con el perverso esquema del ilícito. Los más perjudicados son los trabajadores y la ciudadanía en general que no tienen posibilidades de pagar un estacionamiento y debe dejar en la calle su vehículo, medio de transporte a su empleo.

Desde los diferentes poderes del Estado tienen que consensuar mecanismos para acabar con este flagelo fomentado por diversas urgencias sociales. Detrás de los marginales hay un próspero negocio de inescrupulosos traficantes de estas piezas que luego ofrecen en góndolas de cristal y acumulan jugosas ganancias. Si no se pro­mueven estrategias y acciones duras tanto de prevención como las sanciones lega­les pertinentes, este ruin modus operandi seguirá perjudicando a la clase productiva más desprotegida del país. Las autoridades tienen que entablar un combate sin tregua al flagelo de robo de piezas de vehículos.

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