En el 2013, el Poder Ejecutivo resolvió crear el Comando de Operaciones de Defensa Interna (CODI) para hacer frente al ene­migo común constituido por grupos arma­dos organizados y las bandas criminales transnacionales que operaban con mucha fuerza en algunos departamentos del norte del país. Como el propósito era garanti­zar la seguridad interna, resolvió que el CODI controlara las unidades de la Policía Nacional, la Secretaría Nacional Antidro­gas (Senad) y otros organismos estatales para tener más fuerza y capacidad de lucha en el propósito mencionado.

En algo más de 10 años la tarea del organismo estatal, sin ruido ni estruendos, realizó un trabajo de gran importancia, ya que mediante él disminuyeron la actividad y las amenazas de los grupos extremistas y puso raya a la violencia de los grupos criminales que ope­ran aquí con apoyo en diferentes países. La zona norte, donde los grupos terroristas realizaban secuestros, matanzas y otros actos violentos con frecuencia, hoy día ya no es escenario de ese tipo de aconteci­mientos debido al esfuerzo de las fuerzas públicas destinadas en esos puntos.

El trabajo no ha concluido y falta toda­vía una enorme tarea para contrarrestar la fuerza criminal de los delincuentes de dentro y de fuera. Como a ese tipo de deli­tos solo se puede neutralizar con el uso de la fuerza militar y policial es que el CODI tiene un papel fundamental en la seguri­dad del Paraguay. Ya no se puede entablar una lucha de alto nivel sin la interven­ción conjunta y de manera armónica de las fuerzas militares y policiales.

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Consciente de esa realidad, el presidente Santiago Peña estuvo el viernes último en la base de operaciones de esa unidad mili­tar en la localidad de Arroyito, departa­mento de Concepción. En la ocasión señaló que las fuerzas militares son una parte fun­damental en la construcción de la grandeza del país, por lo que expresó su profunda admiración y respeto hacia esas unidades.

Como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, manifestó que estaba profunda­mente orgulloso del trabajo que hacen las unidades militares y la tarea que ejerce el CODI. Resaltó que mientras los ciudada­nos del país estaban celebrando la fiesta de la Navidad, los militares estaban “en el campo de batalla defendiendo a nues­tro país, haciendo un trabajo fundamen­tal para la defensa de la nación”. Por eso manifestó que está decidido que su ges­tión de gobierno sea el de mayor inversión de la historia del Paraguay en defensa y en seguridad. Porque al país se le defiende “con determinación, convicción, con un personal humano cada vez más preparado y motivado, con una inversión en infraes­tructura y equipamiento que estoy deci­dido a hacer”, expresó.

La presencia del primer mandatario en la anteriormente olvidada zona norte del país tiene un gran valor, sobre todo para estimular la ardua lucha que hacen las fuerzas públicas para contrarrestar el crimen y a los delincuentes en esa región que por mucho tiempo fue la cueva de los criminales vinculados al narcotráfico y a ciertos grupos armados de la izquierda terrorista.

Teniendo en cuenta los logros alcanzados en esta última década en la lucha contra el crimen mediante el aporte del CODI, la ciudadanía tiene que adquirir concien­cia de la importancia de la tarea realizada para valorarla y acompañar el combate contra la delincuencia.

Al país hay que defenderlo con todas las fuerzas y desde todos los sectores sociales, políticos y económicos de sus principales enemigos. Por lo que la invitación reali­zada por el presidente Peña para acom­pañar la lucha contra la delincuencia es fundamental para que se pueda alcan­zar el progreso y el bienestar que requie­ren la nación y sus habitantes. Solo con paz, suficiente seguridad y lejos del cri­men se puede seguir trabajando de manera fecunda y productiva para poder alcanzar el progreso.

El combate contra el crimen, la delincuen­cia internacional y sus terribles actores es como la lucha contra las enfermedades que hacen padecer a la gente hasta llevarla a la muerte. No debe tener descanso ni excep­ciones, y tiene que hacerse con ímpetu y la colaboración de todos. Porque la delin­cuencia no tiene compasión de nadie, ni por su clase social, económica o sus simpa­tías políticas. Y se la puede frenar solo con el aporte de las fuerzas públicas y el apoyo ciudadano.

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