La irresponsabilidad de la administración anterior continúa castigando a la sobresaliente industria de la construcción con deudas arrastradas, producto del incumplimiento de los compromisos asumidos por el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones bajo el mando de Arnoldo Wiens.
Esta desidia, lógicamente arrastra un perjuicio enorme al Estado, principalmente a los contribuyentes ya que las siderales deudas contraídas generaron también grandes intereses cuyo reclamo recae sobre las espaldas del actual gobierno.
La gestión Wiens había acumulado una deuda superior a USD 350 millones con las constructoras, con maniobras escandalosas ya que adjudicaron proyectos a pesar de no tener presupuesto asignado.
Producto de la discrecionalidad en el fin de asegurar contratos, principalmente a clientes de empresas del expresidente ocasionó millonarios intereses bancarios que rondan los USD 100 millones y que hoy las contratistas reclaman.
Este bicicleteo con el pago a las contratistas del sector de la construcción por parte del MOPC no solo significó una gestión desprolija, sino también cruel, de mala fe, considerando los datos que trajo a colación la Contraloría General de la República en una auditoría que develó la perversa administración que caracterizó a esta institución que estuvo a cargo de un incondicional a los negocios del expresidente Mario Abdo Benítez.
Entre las observaciones de la CGR, figura que el MOPC no registró en su pasivo institucional la totalidad de los compromisos financieros con firmas contratistas del Estado, al 31 de agosto de 2023.
Es decir, “se les olvidó' consignar una deuda que asciende a más de G. 2,4 billones, alrededor de USD 350 millones que se agravó con la autorización de pagos a través de cesiones de derecho de cobro y con ello el compromiso pendiente subió a los USD 450 millones.
Lo que hicieron en el MOPC “significó una distorsión de la realidad de los estados financieros de la cartera ministerial, dificultando la exposición veraz de la situación contable, económica y patrimonial del ente ministerial”, se subraya en el documento de auditoría.
Salieron de las normas, el apuro no era la infraestructura sino generar facturaciones, no importa si se adeudaba al país, el negocio, especialmente el del asfalto debía correr sobre rieles. De hecho, así fue, las distribuidoras de asfalto del exmandatario aumentaron 70 veces más sus facturaciones vendiendo a contratistas del Estado, la prioridad eran las rutas, pese a que el país necesitaba vacunas ya que esas bonanzas fueron mayoritariamente en pandemia por el Covid–19.
Con la maniobra hicieron trabajar a las constructoras con promesas de pago y deudas que cargan con intereses a costa de los contribuyentes que hoy, se constituyen en secuelas que necesariamente deben ser subsanadas, en el marco de los trámites legales.
Varias constructoras manifestaron estar al borde de la quiebra como consecuencia de la bicicleteada por parte del anterior gobierno.
No olvidemos el efecto multiplicador del empleo que tiene la industria de la construcción lo que una coyuntura crítica se traduce en un golpe directo a la clase trabajadora.
Urge encontrar el mecanismo de paliar la situación y aplicar los controles, las sanciones como las denuncias y pedidos de intervención, necesarios para que los responsables asuman las consecuencias de sus actos.