A esta altura de la historia de la humanidad resalta como una verdad incontrovertible que los países deben unirse, intercambiar sus esfuerzos, limar sus diferencias y ponerse a trabajar juntos para poder progresar y avanzar rápido hacia sus objetivos. Ya no se puede caminar solos sin tener en cuenta los intereses y propuestas que afectan también a los demás. Porque de ese modo no solo se puede tropezar mal, sino que el camino puede hacerse más difícil y llegar al objetivo una tarea harto complicada.
Lo que ocurre con los países política y económicamente más avanzados del mundo así lo están demostrando. No vale la pena discutir: hay que abandonar la soledad y abrirse al mundo para trabajar con las demás naciones y entidades. Hacer que vengan con nueva tecnología y abundante capital monetario a radicarse aquí para acelerar el desarrollo.
El Paraguay, como país sin costa al mar, tradicionalmente ha sufrido como pocos las barreras naturales y políticas impuestas por la naturaleza y las decisiones inamistosas de otras naciones. Por décadas, una mercadería paraguaya exportada o algún producto de importación tenía que soportar las trabas físicas y legales impuestas por países vecinos para llegar a destino. Como todo aquel que tiene que atravesar territorios foráneos, a veces hostiles, y vencer las barreras impuestas por otras naciones, sabe que hay que romper el aislamiento y terminar con todo tipo de fronteras, especialmente la mental.
Por eso el presidente Santiago Peña, que lucha contra el aislamiento internacional, propuso que los países de nuestro continente tienen que trabajar juntos para convertirse en los más desarrollados. Fue en el encuentro hemisférico America Business Forum desarrollado en Punta del Este, Uruguay, en que participó como uno de los oradores.
“Hablamos de los grandes desafíos que enfrentamos, no solo en nuestro país, sino en toda la región. Estoy convencido de que Latinoamérica se convertirá en la región más desarrollada del mundo si trabajamos unidos”, expresó.
Explicó su experiencia de presidente de algo más de un año para exportar a los países del planeta la imagen del país. “En estos 14 meses hemos podido hacer muchísimo, pero principalmente salir a contarle al mundo lo que es el Paraguay, lo que somos los paraguayos, y, por supuesto, en eso uno no puede salir a engañar. No es simplemente un cuento, tiene que salir a mostrar lo que verdaderamente es. Estoy convencido de que, humildemente creo, Paraguay es el mejor lugar del mundo”, aseveró ante los representantes de numerosas naciones americanas.
Resaltó que nuestro país está logrando grandes avances, que está creciendo para proyectarse hacia un futuro mejor. Y que haber alcanzado el grado de inversión lo está haciendo más atractivo para captar la atención de todos. “Salir a contar del país es una inversión. Es fundamental. Es innegociable el amor al país, el compromiso”, sentenció.
Recordó que el Paraguay logró ser el primer país en 10 años en tener el grado de inversión, lo que también refleja que en estos últimos tiempos logró hacer bien su trabajo.
“Paraguay viene haciendo hace muchos años bien la tarea en materia macroeconómica. Tiene un Banco Central independiente, tiene una política fiscal. Hace dos meses Paraguay fue reconocido con el grado de inversión, no ocurría en el mundo, hace 10 años que un país alcanzaba el grado de inversión. Para que Paraguay sea el primer país en 10 años, es un motivo de orgullo”, recordó a la audiencia.
Dado que los países aislados no pueden progresar de manera rápida y ventajosa es que se han unido muchos estados del planeta, como el caso de la Unión Europea, que engloba a la mayor parte de naciones del viejo continente o el Mercosur, en que está Paraguay junto con sus vecinos. Lo que resta ahora es hacer que, en nuestro caso, el Mercado Común del Sur funcione en forma efectiva, eliminando todo tipo de trabas para ejercer el libre comercio.
Es necesario abrir las fronteras no solo a las mercaderías y servicios, sino también a las personas, dejando de lado los impedimentos migratorios que no tienen sentido entre países socios. Al fin de cuentas, los ciudadanos son más importantes que las mercancías, como responsables de la vida de los pueblos. Y merecen ser respetados con toda dignidad.