Uno de los grandes problemas que afecta actualmente a la humanidad, a pesar de sus importantes avances tecnoló­gicos y de la riqueza de muchos países, es el hambre de gran parte de su población. Hambre, en el sentido de carecer de los alimentos básicos para desarrollar una vida normal debido a la miseria. Un grave problema social que afecta a las personas en grandes proporciones en muchos paí­ses pobres y que se hace ver también en las porciones más miserables de las nacio­nes ricas del mundo.

El hambre es un inconveniente de extraordinaria magnitud que resulta ser uno de los síntomas más serios de la falta de equidad social entre las sociedades y naciones del planeta. Una realidad com­plicada, difícil de entender en medio de tanto progreso material al que ha llegado la humanidad a esta altura de su larga his­toria. Y, sobre todo, una incógnita muy difícil de resolver teniendo en cuenta el comportamiento poco lógico de muchos sectores de la sociedad humana en todo el planeta.

De acuerdo con los datos de la Organiza­ción de las Naciones Unidas (ONU), este año la población mundial ha alcanzado a 8.200 millones de personas, que están en gran medida en los países asiáticos y zonas cercanas. El hambre afecta al 20 % de esa población universal, lo que repre­sentan 1.640 millones de seres humanos, una cifra muy superior a todos los habi­tantes que tiene el continente ameri­cano (1.036.9 millones de personas) más la población de la Unión Europea (448 millones) juntos, que ascienden a 1.484,9 millones de personas.

El tamaño de esa problemática social y humanitaria es de tan altas proporciones, que causa la preocupación de los líderes con mayor conciencia. Aunque, en apa­riencia, no constituye la mayor dificultad que inquieta a muchos gobiernos que se ocupan con preferencia de los temas polí­ticos. Para muchos son más importan­tes las confrontaciones entre diferentes naciones y los ataques bélicos que pueden encender incluso una guerra interconti­nental. Realidades acuciantes que no nos deben hacer olvidar la suerte de tantos seres humanos que no tienen lo suficiente para alimentarse y que son parte de los problemas que se deben resolver.

Por eso es oportuno resaltar las recientes reflexiones del presidente Santiago Peña en el Foro Mundial de la Alimentación de la FAO realizado en Roma, en que ase­veró que la seguridad alimentaria debe ser un eje de las políticas públicas, por­que al garantizar la alimentación se ase­gura la vida y el futuro de la sociedad. Y a continuación hizo un cuestionamiento fundamental: “La pregunta es si estamos haciendo lo suficiente”.

En la ocasión, el mandatario resaltó que Paraguay no solo tiene la capacidad de alimentar a toda su población, sino que tiene un rol importante en la seguridad alimentaria universal. Apuntó que es un país sin litoral marítimo, pero que tiene mucha riqueza para producir alimentos, por lo que se ha convertido en uno de los diez principales exportadores de servi­cios agropecuarios a nivel mundial.

Explicó que gracias a la capacidad produc­tiva del país y su gente es que tiene una gran oferta de artículos comestibles. “Nuestra agricultura no solo nos ha permitido alcan­zar la soberanía alimentaria, sino que ali­menta a millones de personas en todo el mundo. La carne, la soja, el azúcar orgá­nico, son solo algunos de los productos que se destacan en los mercados internaciona­les y evidencian la calidad y el esfuerzo”, indicó a los representantes del foro.

El tema clave que señaló en la ocasión es que la política de producir alimentos para todos es uno de los asuntos que deben ser encarados por las naciones del mundo. A lo que hay que añadir si los organismos mundiales y los gobiernos están haciendo lo suficiente para que se distribuyan los alimentos de manera adecuada para hacer frente a los requerimientos de los que tienen hambre.

El hecho de que el 20 % de la población mundial carece de productos para ali­mentarse adecuadamente es un dato pre­ocupante, que debe hacer que se produz­can más y que se distribuyan mejor las comidas. Porque mientras muchos no tienen qué comer en las mesas de miles de familias y restaurantes sobran alimentos cuyos restos se tiran como basura en los vertederos. Cosa difícil de entender desde la lógica más elemental.

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