Hace un año atrás, a pocos días de haber asumido la máxima magistratura del país, el presidente Santiago Peña había convocado a los principales exponentes de la función pública, los representantes de los tres poderes del Estado, y les pidió que, juntos, coordinen el combate contra la corrupción en todos los organismos del Estado. El mandatario, conocedor de la enfermedad de muchas entidades estatales, inició la tarea de luchar contra ese mal de manera conjunta para poder llegar a resultados que aseguren el honesto manejo de los hilos del poder. Lastimosamente, la corrupción no es el patrimonio enfermizo de un solo poder o de unas pocas entidades del Gobierno, sino una crónica peste que hace mella en buena parte de la estructura estatal y de la sociedad. Por lo tanto, requiere de instrumentos y de políticas efectivas que abarquen el amplio espectro nacional y que den resultados en todos los niveles, con la participación de los más diversos sectores que componen la inmensa maquinaria estatal y su representación social.
El titular del Poder Ejecutivo, junto con los presidentes de los otros dos poderes, presentó el lunes último el proyecto de ley que establece el “Régimen Nacional de Integridad, Transparencia y Prevención de la Corrupción”. Con el instrumento jurídico que debe estudiar ahora el Congreso, el Gobierno quiere una herramienta útil para hacer frente a la deshonestidad que existe en los niveles del poder político nacional, y así obtener logros que apunten a la salud y la integridad moral del Paraguay.
La idea es unir el esfuerzo de los poderes del Estado al de la Contraloría General de la República y el Ministerio Público para un trabajo conjunto contra el vicio de la deshonestidad.
Para alcanzar ese objetivo, el proyecto en su texto amplía las prerrogativas actuales que tiene la Contraloría General de la República (CGR) en la tarea de controlar todas las instituciones del Estado. Investida la CGR de la autoridad legal que le da mayor peso jurídico será un órgano extrapoder que intentará unificar los criterios relacionados a la transparencia, la prevención y la denuncia de la corrupción. Tendrá un consejo que estará integrado por representantes de los tres poderes, además de la Contraloría y el Ministerio Público.
El proyecto propone la creación de una entidad que sea el centro de las denuncias de corrupción en los más diversos organismos estatales que no dependa del Gobierno. Ese ente será independiente y lo manejará la Contraloría. Para explicar la necesidad de crear un organismo ajeno al Poder Ejecutivo, los especialistas señalaron que un defecto de la disposición legal vigente es que el órgano receptor de las denuncias de corrupción en las instituciones estatales depende del Gobierno. Esto teniendo en cuenta que la actual Secretaría Anticorrupción (Senac) es una entidad dependiente del Ejecutivo a cuyas dependencias tiene que investigar. “No se puede luchar contra la corrupción desde el órgano que es evaluado”, explicó uno de los entendidos, por lo que se le da la responsabilidad a la Contraloría en la nueva ley.
Se estima que con un órgano que está fuera del poder, que no depende jerárquicamente del Poder Ejecutivo, ni del Legislativo ni del Judicial, como la Contraloría, se tiene la entidad más adecuada para investigar las denuncias. “Con eso creemos que se está dando un gran salto adelante en el manejo de esta problemática”, refirió el asesor legal de la Presidencia, Roberto Moreno.
Con la nueva disposición se dará un paso trascendental en el combate contra los hechos de corrupción en la administración de la cosa pública y que constituyen una constante lamentable en la historia del país. No se puede esperar que los hechos de corrupción se eliminen totalmente mediante una norma jurídica. Pero sí se podrá lograr una fuerte corrección en la conducta de muchos que no quieren obedecer la ley, que recibirán el castigo que corresponde. Y además se mejorará en el manejo de la cosa pública de acuerdo con las normas legales vigentes.
El castigo efectivo de los hechos punibles es un factor pedagógico de gran valor en la sociedad, ya que ayudará a mucha gente a enderezar su conducta para no recibir el látigo del escarmiento legal. Ese será el aporte de la ley anticorrupción.