Una larga y dura tarea es la que todavía queda para el Gobierno actual en el combate al narco­tráfico y el crimen organizado. La recuperación del control tras el des­mantelamiento que sufrieron las unida­des de fiscalización en la era Abdo Benítez, medidas que continúan ajustándose, es un paso importante, pero se requiere perseve­rancia y estrategias constantes para no dar más oportunidades al ilícito.

Esta semana, un procedimiento complejo en otro caso de persecución de delitos pro­venientes del narcotráfico y crimen orga­nizado resultó luctuoso. Sin embargo, pese a la consternación no se debe perder el hilo de rastreo de los esquemas que forman parte del negocio ilegal en nuestro país.

Los grandes combates, trabajos de inteli­gencia, los puntillosos operativos de con­trol, así como las pesquisas a menor escala, la pelea que se le pueda dar al microtráfico con incautaciones, detenciones y perma­nentes patrullas no deben verse afectados por percances inesperados.

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Al Gobierno le va a exigir más esfuerzo la lucha contra el crimen organizado.

No podemos olvidar que se consolidó hace unos años, gracias a la complacencia del gobierno anterior que hizo brazos caídos en el combate al narcotráfico. Tampoco se puede dejar al margen los escandalosos casos de filtraciones que comprometieron a las propias unidades de inteligencia de los organismos de seguridad.

El colmo del romance entre cabecillas sin­dicados de narcotraficantes en la época de Abdo Benítez llegó a la vinculación de dos de sus ministros que tuvieron que dejar sus respectivos cargos con el destape de favo­res, negocios con los jefes y capos logísticos de organizaciones criminales.

La Justicia ha dado respuestas en algu­nos casos. Un exdiputado está preso tras el operativo A Ultranza Py, otro exmi­nistro de Abdo Benítez también fue pri­vado de su libertad, está procesado por vinculaciones narco. El caso de Arnaldo Giuzzio es el que se está haciendo espe­rar, de hecho, las chicanas a las que acu­dió vienen postergando la realización de juicio oral por el favor que había recibido del presunto capo narco de mucho interés para el Brasil como es Marcus Vinicius Espíndola.

Paraguay debe seguir combatiendo estruc­turas del crimen organizado. Seguir desca­bezando organizaciones criminales para no seguir lamentando la oscura herencia de los 5 años anteriores. No es ni será fácil, existe mucha deslealtad, boicot que se deberá administrar con madurez para no estancar los planes antinarcos.

Hay toda una coalición de opositores ami­gos del gobierno anterior. Esto, además de medios amigos de comunicación que siguen intentando justificar la desastrosa gestión de Abdo en muchos rubros.

La Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) se está introduciendo al campo de acción en los lugares más recónditos del país. Esto es importante, porque las condicio­nes vulnerables de algunas poblaciones se convierten en escenarios perfectos para el negocio ilegal. La Policía Nacional junto con sus unidades de inteligencia son alia­dos estratégicos de la Justicia y hay que potenciarlos continuamente, el apoyo debe seguir esa dirección.

Hay que fortalecer la confianza en la ciuda­danía, demostrando iniciativas y trabajos que atienden el flagelo del narcotráfico y el microtráfico, principal causa de la insegu­ridad a nivel país.

Mirar para adelante, afianzar mecanismos de prevención y control y el protagonismo de una Justicia que no da tregua a la impu­nidad, son acciones que proyectan resul­tados auspiciosos. Los demás comentarios en contra de los planes antinarco son puro mitos y hay que derribarlos con esfuerzos permanentes.

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