La Contraloría General de la Repú­blica (CGR) sacudió esta semana con la noticia de la confirmación de las multimillonarias ganancias, sin precedentes, que tuvieron las empre­sas distribuidoras de asfalto del expresi­dente de la República Mario Abdo Bení­tez durante su gobierno, coincidentemente en años de fuerte crisis económica por el covid-19. Como nunca, incrementaron ven­tas detrás de contratistas del Estado, según el informe del ente contralor, dejando al descubierto en qué se encontraba enfocada la administración Abdo en años en que la gente peleaba por su vida, lloraba la partida de familiares.

Las siderales ganancias de Aldia SA y Crea­tec SA, distribuidoras de asfalto del exman­datario, se dieron de manera inédita en sus años de presidente de la República con obras articuladas por quien fuera su candi­dato perdidoso a la Presidencia en las últi­mas elecciones, Arnoldo Wiens. Por el otro lado, a cargo del negocio como represen­tante estaba el hijo de Abdo Benítez, por lo que se deduce que tenía todas las alternati­vas para prosperar.

Los números expuestos por la Contralo­ría confirman lo que nuestro diario viene denunciando desde hace dos años. Astro­nómicas utilidades equivalentes a 61 veces más en años duros de la pandemia si se com­paran facturaciones de las empresas antes de que uno de sus mayores accionistas se convirtiera en presidente de la República.

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La Contraloría busca una explicación a las exorbitantes ganancias, hallar el origen del dinero y, por supuesto, el destino del mismo, puesto que la maniobra del expresi­dente camufla de alguna manera el enrique­cimiento que obtuvo estando en el poder, al frente del país.

El 90 % de las ganancias de las empresas fueron a fondos de reservas. Esto pinta en cuerpo y alma al mísero Abdo que desafía la inteligencia de la ciudadanía acudiendo a la maniobra de las reservas para no contribuir con el fisco, es decir, para no aportar el tri­buto que le redituó el negocio proveyendo asfalto, a la vez de disfrazar el aumento de sus bienes ante la Contraloría.

El contundente informe de la Contraloría en el marco del examen de corresponden­cia realizado a Abdo tras su salida del poder revela detalles espeluznantes sobre las artimañas en los estados financieros de las empresas.

Deudas infladas de los clientes con millona­rias diferencias reportadas por la Dirección Nacional de Ingresos Tributarios (DNIT), cheques con pago diferido por miles de millo­nes de guaraníes sin detalles de los clien­tes, especulativas inversiones a largo plazo, rentabilidad muy superior con relación a lo registrado por empresas del sector resultan muy sospechosos para la Contraloría.

Las dudas llevaron a la Contraloría a pedir una investigación al Ministerio Público para dilucidar cómo se dio el crecimiento exponencial de utilidades de sus empre­sas en las que lo representó su hijo mien­tras ejercía la presidencia. Se torna elemen­tal identificar el grado de influencias que pudo haber primado para que la “preferen­cia” de los contratistas de Obras Públicas se hayan concentrado a las distribuidoras de Abdo, la pertinencia de las licitaciones, el presupuesto disponible y/o programado para la contratación de proveedores a la vez clientes de las firmas del expresidente, los precios que en los informes oficiales ya se deslizaron estan muy por arriba del mer­cado, etc.

El enriquecimiento se dio, existen muchas incógnitas sobre el mismo y los órganos de control tienen la obligación de determinar la legalidad. Vale remarcar que este salto económico en cuanto a utilidades acumu­ladas de las firmas de Abdo es extraordina­rio en relación con el historial que registra. Demasiadas coincidencias de prosperi­dad en tiempos de su mandato que es más que necesaria una investigación profunda, hecho que solo puede darse con las atribu­ciones que tiene el Ministerio Público.

Si al expresidente fungió coraje al pedir examen de correspondencia por parte de la Contraloría, se estima que no temerá a la lupa de la Fiscalía. Después de todo, si sus empresas operaron sin privilegios o no generaron facturaciones aprovechando su poder, nada tiene para esconder, al contra­rio, le convendría dejar constancia de ello.

Las ganancias que obtuvo el expresidente con sus empresas deben ser aclaradas a la ciudadanía, que con sus impuestos financia las inversiones estatales a las cuales se vin­culan las utilidades del negocio de Abdo.

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