Obtenido el grado de inver­sión por parte de la califi­cadora de riesgo Moody’s que coloca a nuestro país en el centro de atención de los mer­cados internacionales a través de los fondos de inversión, se abre de este modo un horizonte de oportu­nidades como nunca antes se dio en nuestra historia así como de suma responsabilidad por mantener tan importante logro.

El grado de inversión, como sabe­mos, significa que como país esta­mos en condiciones de cumplir con los compromisos contraídos, como también es una señal de seguri­dad y confianza para los que deseen radicar sus capitales y cooperar en el sector privado con otras empre­sas mediante la práctica del join venture.

Este sello de calidad es para los fondos de inversión que adminis­tran cuantiosas sumas de dinero a nivel planetario una señal que muestra a Paraguay como un lugar seguro para obtener mejores ren­dimientos mediante, por ejemplo, la emisión de bonos emitidos por el Gobierno en el mercado inter­nacional así como de empresas de nuestro país en el exterior.

De este modo la pregunta de sen­tido común que el ciudadano de a pie se hace es en qué le beneficia el grado de inversión y la respuesta es de política económica sin atisbo de mentira o de falsas expectativas.

En efecto, el grado de inversión es esa oportunidad dada a pocos paí­ses que se muestran serios inter­namente con sus finanzas públi­cas para atraer inversiones que repercuten sobre el sector privado de la economía en la creación de empleos, los salarios de los traba­jadores y las ganancias empresa­riales.

Cuanto más capitales existan en dinero, fábricas, herramientas, tec­nologías y otros traducidos en el comercio, la industria y los servi­cios en general, la tendencia irre­mediable será que la gente tendrá mejores oportunidades para mejo­rar sus condiciones de vida. Y no solo a corto, sino también a largo plazo, abriéndose de ese modo un círculo virtuoso por el cual las familias consiguen un legado de mejor bienestar para sus descen­dencias.

Al mejorarse la confianza de los inversionistas, ya sean personas físicas o jurídicas, aumentan el ahorro, el consumo y la produc­ción nacional al punto que los prés­tamos se vuelven accesibles por su menor tasa de interés y a más largo plazo, todo lo cual redunda en beneficio del ciudadano de a pie, del asalariado y del jornalero, mediante la ansiada movilidad social ascendente que toda persona de bien y trabajadora desea para sí mismo y su familia.

El grado de inversión es, por ende, una oportunidad de movilidad social ascendente para el ciuda­dano de a pie.

Es de manifestarse, finalmente, que este logro obtenido de indu­dables efectos bienhechores debe cuidarse, resguardándolo del populismo y la demagogia para acrecentarlo mediante medidas reformistas tomando en cuenta el interés de la nación.

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