La semana que culminó ayer fue gene­rosa en cuanto a informaciones positi­vas en el ámbito del combate al crimen organizado y su negocio más lucrativo: el narcotráfico. Apenas se terminaban de con­tar los paquetes en el marco de la incautación récord de 4.013 kilos de cocaína, cuyo envío a Europa quedó frustrado, provocando un millo­nario perjuicio a las redes narcos, el Gobierno hacía un anuncio por demás relevante.

El Consejo de Defensa Nacional (Codena) anun­ciaba que tanto el Ministerio de Defensa como el Ministerio de Economía estaban trabajando juntos para la adquisición de seis aviones Super Tucano, que serán utilizados para la defensa y la seguridad de los cielos de nuestro país.

Este mensaje claro del Gobierno con la adquisi­ción de estos aviones es una medida destinada a fortalecer la capacidad del país para enfren­tar el narcotráfico y los vuelos clandestinos, una política que traspasa los discursos y trasunta los papeles para convertirse en una estrategia real de seguridad.

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Pero pongamos en contexto el anuncio. Durante la administración de Mario Abdo, lamenta­blemente el Paraguay experimentó un notable aumento en el envío de drogas. El país, que se encuentra en una ubicación geográfica especial­mente estratégica, ya no solo se identifica como un punto de tránsito clave para el narcotráfico en América del Sur, sino en un centro de acopio y distribución de drogas.

La falta de recursos adecuados, una infraes­tructura deficiente en materia de defensa aérea, y –especialmente– una suerte de complicidad institucional en todos los niveles del gobierno de Mario Abdo Benítez contribuyeron a que los narcotraficantes aprovecharan este “arco libre” para intensificar sus operaciones.

El incremento récord del tráfico de drogas durante este periodo –más de 47 toneladas hasta el año 2022– expuso la vulnerabilidad del espacio aéreo paraguayo y la necesidad urgente de medidas más efectivas para combatir esta amenaza.

Uno de los problemas más graves que enfrenta Paraguay es la proliferación de vuelos clandesti­nos que transportan drogas. Estos vuelos, ope­rados por organizaciones criminales, ingresan al país sin autorización, utilizando rutas no con­troladas para evadir la detección por parte de las autoridades. La falta de una vigilancia aérea efectiva ha permitido que estos vuelos se reali­cen con relativa impunidad, contribuyendo al aumento del narcotráfico en la región. Las más de 1.200 pistas clandestinas, denunciadas en su momento por el entonces senador Enrique Riera, exhibían la fortaleza del esquema mon­tado por clanes como el del uruguayo Marset o de Miguel Ángel Insfrán, alias Tío Rico.

La entrada de vuelos clandestinos no solo pone en riesgo la seguridad del espacio aéreo para­guayo, sino que también afecta la estabilidad social y económica del país.

Contrarrestar esta peligrosa fuerza de las orga­nizaciones criminales en materia aérea es el principal objetivo que tiene el actual gobierno con la compra de estos aviones Super Tucano, de la compañía brasileña Embraer, que son reco­nocidos por su eficacia en misiones de ataque ligero, vigilancia y entrenamiento avanzado. La incorporación de estos aviones a la Fuerza Aérea Paraguaya (FAP) no solo representa una mejora significativa en la capacidad aérea del Paraguay, sino que también subraya el compro­miso del Gobierno en modernizar su flota aérea y estar mejor equipado para enfrentar amena­zas externas, especialmente en el ámbito del narcotráfico.

La administración Peña adoptó una postura firme y decidida en el combate a las drogas. La compra de estos aviones es solo una parte de una estrategia más amplia que incluye la mejora de la cooperación internacional, el fortaleci­miento de las capacidades de inteligencia y la implementación de políticas públicas enfoca­das en la prevención y rehabilitación. El com­promiso del Gobierno es erradicar el narco­tráfico y sus efectos perniciosos en la sociedad paraguaya. Para lograrlo, se ha propuesto un enfoque integral que abarca diferentes progra­mas e involucra a casi todos los organismos del Estado, tanto para la represión de las activida­des delictivas como la atención a las causas sub­yacentes del problema.

La adquisición de los Super Tucano es un paso significativo hacia el fortalecimiento de la defensa aérea del Paraguay, permitiendo una vigilancia más efectiva y una respuesta rápida ante la detección de vuelos no autorizados. Pero además, la mera compra de estas aeronaves no garantiza la seguridad del espacio aéreo ni las filtraciones, es necesario además tener “ojos mirando todo el tiempo al cielo”. Por eso, la administración está trabajando en la moderni­zación de los sistemas de radar y en la capaci­tación del personal militar para asegurar una operación eficiente de estos nuevos recursos.

La defensa del espacio aéreo es crucial, lo ha dicho en incontables oportunidades el presi­dente Peña. Y este objetivo se basa en la moder­nización de la flota aérea, un firme compromiso en la lucha contra el narcotráfico y la mejora de las capacidades de detección y respuesta ante vuelos clandestinos. Esta estrategia integral no solo busca proteger el espacio aéreo paraguayo, sino también garantizar la seguridad y bienes­tar de la población, contribuyendo a la estabili­dad y desarrollo del país.

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