Una de las noticias más impor­tantes de los últimos días fue la incautación de un gran cargamento de 4.013 kilos de cocaína cuyo valor es de 240 millones de dólares, que estaba por salir del país en medio de una exportación de azú­car que partía a Bélgica desde el puerto de Caacupemí. No es la primera vez que sucede algo similar, por lo que no es muy sorpresivo. Pero sí resalta que el enorme volumen se haya incautado en territorio paraguayo, no en puertos de ultramar. Debido a su extraordinario valor comer­cial y tamaño, la incautación es histórica. Como no es un objeto producido en Para­guay, previamente ingresó de otros países productores a través de las permeables fronteras con naciones vecinas y cerca­nas de donde vinieron, lo cual confirma una dolorosa y muy lamentable realidad, que somos un país donde entra y sale la droga que va a Europa, porque evidente­mente había o hay debilidades en los con­troles respectivos, que causa la gran pre­ocupación de las autoridades nacionales.

Para tener una idea de la importancia eco­nómica del cargamento confiscado en el puerto paraguayo hay que señalar que 240 millones dólares (alrededor de 1 billón 750.000 millones de guaraníes), el valor estimado de la cocaína, es igual al precio de 12.000 automóviles cero kilómetro fac­turados a 20 mil dólares cada uno.

El extraordinario valor económico del hecho detectado ha servido para consta­tar la magnitud del ilícito y la importan­cia que tiene la incautación de las 4 tone­ladas de cocaína mediante la acción de los organismos nacionales que actúan contra el delito. Revela además lo mucho que hay que hacer en la materia dentro del territo­rio nacional para combatir todas las for­mas de irregularidades de diversa índole.

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El hecho de que Paraguay sea un país de tránsito de la droga es una de las prin­cipales preocupaciones del Gobierno nacional, que está decidido a combatir la situación con medidas que mejoren la seguridad. “El Paraguay no será una ruta de tráfico, brillará por ser un país que defiende sus límites, que defiende a sus ciudadanos”, aseveró el presidente San­tiago Peña. Reconoció que si había droga que estaba por salir del país es porque previamente entró de otras naciones, como Bolivia, Colombia, Perú, incluso de ciertos sectores de Brasil.

Hay que asumir que el denominado ope­rativo Dulzura ha sido un gran éxito poli­cial con extraordinario alcance político internacional del Gobierno paraguayo. Muestra a los países del mundo que aquí se está realizando un trabajo adecuado. Pero al mismo tiempo está demostrando que hay muchísimo por hacer en la mate­ria, sobre todo para impedir que la droga entre al país para luego salir como expor­tación.

Como la decisión es que Paraguay ya no sea el camino elegido para el tráfico de estupefacientes el desafío que tiene el Gobierno es de grandes dimensio­nes. Para ello tiene que hacer lo que esté a su alcance para impedir por todos los medios el ingreso en su territorio de sus­tancias prohibidas desde otras nacio­nes. Trabajo que no será simple si se tiene en cuenta la gran extensión de las zonas limítrofes con los otros países que no tie­nen control suficiente del lado paraguayo y tampoco de las áreas vecinas, especial­mente en el norte del Chaco paraguayo. Debido a ello será fundamental el con­tralor que se ejerza a través de aviones y otros elementos especiales de desplaza­miento rápido.

El Gobierno quiere que el Paraguay sea reconocido como país que fomenta las actividades lícitas para el desarrollo sos­tenible. Por lo que entre los propósitos más importantes de su tarea está con­solidar la seguridad. Y para ello está en proceso de compra de radares, aviones y equipamiento para ejercer el control aéreo de las zonas más delicadas para combatir la delincuencia internacional.

La única forma efectiva de reprimir al delito y a los malhechores de alcance internacional es con un sistema de segu­ridad bien pertrechado en materia de equipamientos militares y con funciona­rios entrenados para esa tarea. La gue­rra a la mafia requiere armas adecuadas y gente preparada para enfrentarla con éxito. Solo así podrá cumplir la voluntad política de la conducción nacional de que Paraguay ya no será la ruta del tráfico de drogas, sino un país tranquilo que atrae inversiones por su capacidad económica para trabajar.

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