El jueves pasado el presidente San­tiago Peña visitó oficialmente el Estado Plurinacional de Boli­via, en cuya capital, La Paz, tuvo una entrevista con el presidente de ese país, Luis Arce. El encuentro sirvió espe­cialmente para reafirmar el propósito de ambos gobiernos de aumentar la coopera­ción entre las dos naciones para mejorar el relacionamiento comercial, político y social. Para ello suscribieron un acuerdo en que se comprometen a dar los pasos nece­sarios para hacer realidad las diferentes propuestas que interesan. La ocasión del encuentro de los presidentes y la firma del documento mencionado se produjeron en una fecha muy importante, un día después de haberse conmemorado el octogésimo noveno aniversario de la firma del Proto­colo de la Paz del Chaco, el 12 de junio de 1935, que puso fin a la contienda entre los dos países. Tres años después, el 21 de julio de 1938 se suscribió el Tratado de Paz que reafirmó el propósito de amistad y estable­ció los nuevos límites geográficos.

El acuerdo marco y el memorándum de entendimiento que suscribieron los presi­dentes Peña y Arce, en la sede del gobierno, la denominada Casa Grande del Pueblo, abarcan varios asuntos de común inte­rés. En el documento principal se dispone aumentar las actividades comerciales entre ambas naciones, impulsar los sistemas multimodales de transporte. Incluye ade­más disposiciones para incrementar las diversas obras de infraestructura que se requieren, tales como los corredores viales para automotores, infraestructuras para ferrocarril y el transporte fluvial, con el fin de hacer más fluida la comunicación física y facilitar el incremento de los procesos de comercialización.

Entre los proyectos más importantes de Paraguay y Bolivia está el compromiso de impulsar por todos los medios posibles el Corredor Bioceánico de Integración. Esto además de procurar la consolidación de la Hidrovía Paraguay-Paraná, que es fun­damental para estos dos países medite­rráneos. Hacer realidad estas propuestas será de mucha utilidad para el comercio de ambos, dentro de un esquema de integra­ción efectiva.

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“¡Unidos podemos lograr grandes cosas!”, expresó el presidente Peña en su cuenta oficial, como propósito central, resaltando que con el diálogo y la cooperación “forta­lecemos nuestros lazos y trabajamos juntos por el progreso y el bienestar de nuestros pueblos”.

El presidente boliviano, por su parte, mani­festó: “Reafirmamos el inquebrantable compromiso de consolidar nuestra inte­gración definitiva y hermandad basada en la solidaridad entre pueblos y Estados”. La historia de los pueblos es una de los mejores instrumentos para aprender y seguir ade­lante. Porque contiene lecciones contun­dentes para andar con éxito los caminos del futuro.

El doloroso acontecimiento de la guerra del Chaco, de 1932 al 1935, felizmente hoy es cosa del pasado. Las heridas se han curado y tenemos que mirar para adelante. Nos ha dejado la inolvidable lección de la impor­tancia de la paz entre los pueblos hermanos, que deben aprovechar su proximidad física y su cercanía afectiva para luchar, no uno contra el otro, sino contra el subdesarrollo y los problemas comunes que les afectan.

Las relaciones de Paraguay con Bolivia deben incrementarse para avanzar con mayor velocidad en la ruta del progreso. Tienen muchas cosas en común que explo­tar de manera conjunta para obtener más beneficios para ambos. El drama geográ­fico de la mediterraneidad de ambos países debe servir para unirlos con más fuerza y hacer que se trabaje de manera conjunta para conseguir los objetivos que requieren.

El recuerdo del pasado de una estúpida gue­rra fratricida tiene que servir para unirlos con más fuerza con el fin de procurar los comunes objetivos que tienen ambos pue­blos, sea en el desarrollo como en la inte­gración. Esa es la idea que han manifestado los presidentes de Paraguay y Bolivia, para concertar nuevos proyectos y reafirmarse en la convicción de trabajar unidos para progresar. No hay otra mejor alternativa.

En ese común afán de afianzar el desarro­llo deben desplegarse los esfuerzos de todos. Principalmente el sector privado, que ya ha avanzado mucho en las numerosas transac­ciones de índole comercial con las compa­ñías del vecino país. Cuantos más negocios se realicen entre las empresas de ambas naciones habrá más utilidades y beneficios para la gente de Paraguay y Bolivia, que en el pasado han perdido la oportunidad de tra­bajar juntos en los asuntos de común inte­rés. Urge ahora recuperar el tiempo perdido.

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