En nota dirigida al Gobierno, uno de los gremios de trans­portistas de pasajeros del Área Metropolitana de Asun­ción amenazó con ir al paro por tres días a partir del lunes 20 de mayo. Es para exigir que el Estado aumente el subsidio que le otorga y se ponga al día con algunos pagos atrasados. La intimi­dación es para golpear directamente a los miles de pasajeros que diariamente se desplazan a distintos lugares de la capital y del departamento de Cen­tral y zonas cercanas. Como tienen que cumplir sus compromisos laborales, de estudios y de otra índole, no tienen otra opción que abordar los buses y soportar el maltrato.

Los transportistas, cuyos servicios son muy deficientes, no tuvieron mejor ocu­rrencia que poner en jaque a los miles de ciudadanos que necesitan movilizarse. Como están acostumbrados a darles un trato inadecuado todos los días, ponerles un obstáculo más no les resulta muy difí­cil. Por eso amenazan con paralizar sus colectivos durante tres días.

El ultimátum de los transportistas no ha caído nada bien a la ciudadanía. Porque es un descarado chantaje, pues a pesar de los subsidios y ventajas que se les da no han mejorado sus servicios a favor de la gente. Y, como saben que esas personas son práctica­mente indefensas, no tienen ningún recato para hacer el más vil amedrentamiento.

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En el párrafo final de la nota dirigida por el Centro de Empresarios del Transporte de Pasajeros del Área Metropolitana (Cetra­pam) a la Subsecretaría de Transporte del Ministerio de Obras Públicas (MOPC), los dueños de los buses señalan: “En conse­cuencia, hemos decidido ejercer nues­tro derecho al paro de todas las empresas agremiadas al Cetrapam por el término de 3 días, a partir de las 00:00 del lunes 20 de mayo de 2024…”.

La presión que ejercen los transportistas es una vulgar extorsión, en el sentido de que constituye una acción violenta con el objetivo de forzarlo al Gobierno a conce­derles lo que piden.

Resulta que los pedidos que realizan los transportistas ya se han abordado en las reuniones realizadas con los organis­mos estatales, por lo que no tiene sentido lógico la amenaza del paro. A menos que se quiera amedrentar a la gente mediante el chantaje, que es lo que se desprende al analizar la situación.

El viceministro de Transporte, Emiliano Fernández, lamentó la actitud asumida por los empresarios con la amenaza de la huelga. “Este país ya no se merece, menos la ciudadanía, de ser utilizada en un paro con diferencias que pueden ser zanjadas en un proceso institucionalizado”, comentó. Luego de la reunión tripartita que se man­tuvo el 10 de mayo, el funcionario dijo que los puntos presentados por Cetrapam son inverosímiles y que los empresarios dije­ron que no levantan el paro.

Nuestro país es hoy día una nación libre donde todos los ciudadanos, gremios, sin­dicatos y agrupaciones de diversa índole pueden expresarse con toda libertad, con la única condición de que esos actos no vayan contra la integridad de las personas, su seguridad física, la libertad de pensa­miento y de palabra, el derecho que tie­nen a desplazarse libremente de acuerdo con sus intereses y necesidades. Ningún empresario del transporte puede impe­dir legalmente el cumplimiento de esas garantías de libertad consagradas por la Constitución Nacional, por más poderoso que sea política o económicamente.

La intimidación que contiene la acti­tud de los transportistas de Cetrapam es una postura inaceptable, como cualquier tipo de amedrentamiento. No debe ser tolerada, como ningún tipo de amenaza. Cuando se puede conversar las diferencias en una mesa de diálogo para llegar a los acuerdos, no hace falta desenfundar nin­gún tipo de arma. A menos que se quiera mostrar el espíritu violento y las ganas de hacer daño a los demás.

Es mejor la postura de los otros gremios de transportistas que no proponen la huelga, porque prefieren el diálogo y reconocen su obligación de estar al servicio de la gente que les permite ganancias económicas.

El ultimátum de Cetrapam es lamentable. No habla muy bien de los miembros de ese gremio. Están demostrando a los que les pagan sus servicios, que son los pasajeros, que les importa un bledo los sufrimientos y molestias que les ocasionan. Y que solo van detrás de más dinero, sin considerar la suerte de las personas.

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