Se puede decir que ningún habitante de este país escapa del conocimiento de los problemas que arrastra el servicio de la salud en el cual el caso del Instituto de Previsión Social (IPS) es muy notorio por la cantidad de aportantes vinculados al sistema. Las dificultades son antiguas, pero principalmente complejas como para reducir a rencillas políticas y mediáticas sin aportes de solución a corto, mediano y largo plazo.
Es de esperarse, por la magnitud de las carencias, que se tengan diferencias propias de las relaciones humanas y profesionales, que existan altibajos y hasta capaz un continuo volver a empezar en el proceso administrativo del IPS. No es un secreto la monumental deuda acumulada con los años y que superan los USD 600 millones, según las cifras proporcionadas por el presidente de la previsional hace aproximadamente un mes.
Esta administración heredó deudas por servicios prestados a no asegurados durante la pandemia, deuda con proveedores de varios rubros, la alta morosidad en el pago de los aportes obrero-patronal y cientos de problemas acrecentados durante todos estos años y que repercuten muy negativamente en los servicios del IPS. Este cúmulo de dificultades evidentemente desgasta estructuras, genera conflictos como ocurre en cualquier institución. Sin embargo, estas crisis deben orientarse a la búsqueda del camino correcto, a la intención de al menos desarrollar el instinto para salir del enmarañado laberinto.
Este gobierno debe ser muy cauto en sus determinaciones. Tener en cuenta ante todo que la coalición político-mediática obtiene oxígeno de las fallas que pudieran presentarse en la gestión de cada repartición estatal, incluidas las empresas públicas y demás entes autárquicos.
El Ejecutivo y de hecho las autoridades de turno deben ser tácticos en la solución de los problemas, no pueden darse el lujo de que los tropiezos, las diferencias y los roces internos opaquen la difícil tarea que les toca llevar adelante. No significa eludir problemas, al contrario, tratarlos con objetividad. Esto obviamente implica movidas en equipo y decisiones netamente institucionales, no dependientes de tapas de diarios ni programas audiovisuales que con lupa buscan errores de este gobierno.
Los problemas en el IPS, ni de ninguna de las instituciones, van a desaparecer de la noche a la mañana. Hemos ya visto las negras herencias administrativas en varios estamentos públicos muy marcados principalmente por el desastroso manejo del período de gobierno anterior, es así como tenemos empresas estatales prácticamente en quiebra.
Las complicaciones no se van a resolver tirando dardos a los adversarios ni con la cizaña propagada desde el lado contrario, desde la oposición mediática que no tiene proyectos para ninguno de los males que aquejan al país, pero que vive lanzando discordia como supervivencia política.
La responsabilidad de ir recuperando el fortalecimiento del IPS es crucial en el proceso de mejora de la salud de la población de este país.
La salud y la vida de más de 1,5 millones de asegurados cuelgan del servicio del IPS, esto producto del aporte de cerca de 900 mil trabajadores y patronales, que resulta mucho más importante como urgente y ese debe ser el único foco de la actual administración. Las críticas, las repercusiones de los roces, los cambios deben ser respondidos con trabajo, dedicación y soluciones, para eso se asumieron los compromisos de conducción.
Tenemos que comprender como ciudadanía que hay un interés común por encima de los conflictos y que se traduce en el cumplimiento de los derechos fundamentales, en este caso la salud de los asegurados del IPS.
Los aportantes son dueños de la previsional, el Gobierno como órgano articulador del buen funcionamiento de este sistema de seguro social está en la obligación de dotar de los mejores hombres para brindar servicio de calidad, ese es el rumbo, habrá tropiezos, choques y caídas, pero debe primar la voluntad de cuidar la salud de cada uno de los asegurados. Este es el camino, de lo contrario se seguirá lamentando las debilidades de un sistema que tiene todo el potencial de cobertura sanitaria de calidad.