El principal problema social que afecta a nuestro país es que tiene una gran cantidad de personas que están en la estrechez económica, dentro de la pobreza y en la extrema pobreza. Este aspecto doloroso de la situación nacional no es tan simple de enfrentar, porque primero hay que tener un buen diagnóstico para luego proponer una solución adecuada. Y, como ocurre con las realidades que afectan a las personas, no requieren solo medidas políticas y económicas determinadas. Necesitan también de un cuidado especial, casi afectivo, para llegar de manera adecuada y efectiva a las poblaciones involucradas. Un trabajo que requiere buena organización, rigor profesional y respeto a la gente.
Una de cada cuatro personas que viven en Paraguay está en la línea de la pobreza, lo cual quiere decir que no tiene los suficientes ingresos para hacer frente a sus necesidades básicas, según el censo de 2022. De los 1.817.000 pobres que se calcula había ese año de acuerdo con las estadísticas, 414.000 estaban en la extrema pobreza y no tenían lo suficiente para su alimentación y desarrollo, lo que representa el 22,78 % de la población carenciada. Esta realidad se puede considerar una afrenta para un país que produce alimentos para más de 80 millones de personas y, actualmente, constituye un enorme desafío para las autoridades nacionales que quieren revertir esa lamentable situación.
El Gobierno es consciente de esa realidad porque se arrastra desde años la ausencia de políticas públicas que ayuden a identificar y sacar a esas personas de la pobreza. Por eso está preparando varias medidas desde el Estado con diferentes programas, como resaltó el presidente Santiago Peña. Para lo cual trabaja en nuevas estrategias y numerosas iniciativas para hacerle frente con muchas posibilidades de éxito. Todo eso pensando en el bien de esa porción de la población nacional que está marginada del bienestar y merece una mejor suerte.
El lunes último, en una reunión realizada en Mburuvicha Róga, el gabinete social de la Presidencia de la República acordó convenios con 22 municipios del interior del país y 7 gobernaciones departamentales para emprender proyectos destinados a reducir la pobreza en esas zonas. Para ello se instalaron las Mesas de Protección Social, que son los organismos que llevarán a cabo los trabajos en cada una de las localidades afectadas por el programa. La tarea en los territorios señalados tendrá inicio en la primera semana de abril.
Se estima que el análisis de la situación en las poblaciones con mayor índice de pobreza permitirá definir las acciones necesarias para que las lleven a cabo los organismos estatales comprometidos en el tema. Con el liderazgo de las autoridades municipales, se buscará hacer una operación coordinada, identificando cada una de las acciones que se deberán realizar de acuerdo con las necesidades más urgentes de cada comuna.
Se intentará trabajar con una nueva metodología, con la coordinación del Ministerio de Desarrollo Social, para elaborar un plan de acción territorial según las necesidades básicas insatisfechas de cada distrito que apunte a disminuir el índice de pobreza.
Como señaló el primer mandatario, es inaceptable que en un país tan rico como el nuestro haya pobreza. Y si existe, es porque hasta ahora no se han tomado todas las medidas necesarias y con la energía adecuada para disminuirla.
Es muy bueno que el Paraguay tenga una gran producción de soja, maíz, trigo, carne vacuna y otros productos y que ocupe un sitial de privilegio en los números de las estadísticas internacionales. Debemos estar orgullosos de ello por todo lo que implica en materia de trabajos realizados y los ingresos financieros correspondientes.
Pero ninguna riqueza puede ser totalmente confortable para el país si tenemos gran cantidad de hermanos nuestros que no tienen lo suficiente para comer y que sufren la penuria de su miseria.
Hay que trabajar con toda la fuerza, tomando las medidas necesarias para disminuir la pobreza y hacer que todos puedan vivir mejor. Para ello se requerirá hacer más inversiones, proporcionar mejores oportunidades de trabajo para la gente, adoptar políticas estatales adecuadas que pongan en primer lugar a la persona humana. Esa debe ser una de las principales metas en estos días de recordaciones religiosas de la Semana Santa.