Luego de 26 años de no poder venderle carne vacuna a los Estados Unidos, en diciembre pasado se realizó el primer embarque del producto con destino a ese país. El hecho fue considerado histórico y relevante para Paraguay, porque implica abrir las puertas de un cliente grande para poder colocar uno de los principales artículos que produce y que mueve buena parte de la economía nacional.
Sin embargo, en el Senado de esa nación existe una corriente política que quiere impedir que la carne paraguaya siga ingresando a su mercado, debido a las estupideces de algunos sectores que cultivan la mentira y están contra el libre comercio. Si ello ocurriera sería un gran perjuicio económico y político para Paraguay, cuyo producto tiene excelente calidad y cumple todas las exigencias sanitarias y legales para satisfacer el paladar de los norteamericanos que valoran el buen comer.
Por eso es de extraordinario valor el comunicado emitido por la Casa Blanca, que apoya la importación de la carne paraguaya y da argumentos sólidos para mantener ese flujo comercial con nuestro país. Es un espaldarazo oportuno de la administración del presidente Joe Biden a la venta del producto nacional que se debe valorar en este momento muy especial en que se juegan los intereses del Paraguay.
El documento dado a conocer el martes último por la oficina ejecutiva del primer mandatario norteamericano se opone con firmeza a la aprobación de una norma en el congreso de ese país que dejaría de lado lo actuado por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por su sigla en inglés) que permite importar carne bovina desde Paraguay a EE. UU.
El comunicado destaca que el Departamento de Agricultura de ese país ya realizó una evaluación científica rigurosa que incluyó visitas al Paraguay, un análisis de riesgo completo y una revisión continua del estado de salud animal de la región y concluyó que el riesgo de las importaciones de carne vacuna de Paraguay es bajo. Resalta que, si se promulga la disposición, perderían credibilidad las decisiones de larga data basadas en la ciencia, que se respetan en los EE. UU. y que están respaldadas por acuerdos comerciales vigentes. También señala que la medida que estudia el Congreso constituiría una grave amenaza al libre acceso a los mercados de exportación nuevos y existentes para los agricultores y ganaderos estadounidenses.
El Ejecutivo del país del norte afirma que, si se promulga la norma en estudio, el hecho marcaría un fuerte revés a la relación bilateral entre EE. UU. y Paraguay, aparte de poner en entredicho la credibilidad estadounidense como socio económico confiable en América Latina. Recuerda que Rusia eliminó el acceso de algunos exportadores paraguayos a su mercado luego que nuestro país se pronunciara contra la invasión rusa a Ucrania y que Paraguay no puede vender carne a China Popular, porque es un país que solo reconoce a la República de China (Taiwán). Por lo que el acceso al mercado estadounidense es fundamental para recuperar las exportaciones perdidas, según sostiene.
Al final, pone algunas argumentaciones políticas de importancia estratégica, pues destaca que, si se prohíbe la entrada de carne paraguaya, amplificaría el discurso de los enemigos de que EE. UU. no es un socio económico confiable. Y además perjudicaría los intereses de seguridad nacional norteamericanos, en la tarea por apoyar a los países socios del mundo, que necesitan ayuda para resistir a la coerción económica.
La clara y contundente postura del Gobierno de EE. UU. hay que celebrarla como un triunfo paraguayo, porque podría poner coto al interés de algunos congresistas de perjudicarle a nuestro país. Porque se estima que los legisladores estadounidenses difícilmente podrían dejar de lado los intereses de seguridad nacional que están en juego, según la óptica de la Casa Blanca, que maneja los resortes políticos de las relaciones internacionales.
Las entidades privadas de nuestro país tendrían que hacer conocer su posición a sus similares de Estados Unidos para reforzar la postura del libre comercio, que es un derecho que interesa a los productores de todo el planeta. En un mundo libre no se les puede cerrar las puertas a los que generan productos de calidad porque no se acepta la libertad de competencia en los mercados.