Nada puede resultar más detestable, ruin y criminal que robar el dinero destinado para el almuerzo y la merienda escolar en un programa llevado a cabo hasta ahora por el Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide) que administra fondos por más de 350 millones de dólares anuales.
El despilfarro y el robo ocurren y nadie en su sano juicio de ciudadano comprometido con la verdad y con nuestros niños y niñas podría objetar un cambio en este esquema delincuencial. Y es esto lo que se pretende terminar mediante una iniciativa del presidente Santiago Peña de un proyecto de ley que ha remitido al Congreso con un plan que lleva por nombre “Hambre cero en las escuelas”.
El proyecto “Hambre cero en nuestras escuelas y sistema educativo” tiene igualmente como objetivo no solo llegar al 5 por ciento de cobertura como ocurre a la fecha, sino al 100 por ciento de la alimentación escolar durante los días de clase que dura el año lectivo. “El Fonacide es un fracaso”, terminó diciendo el primer mandatario.
Ninguna persona de bien puede decir que esto debe continuar en nombre de una descentralización que no es tal, sino sencillamente una oportunidad para que los políticos busquen llenarse sus bolsillos.
Lo que se hizo hasta ahora es un despilfarro de los siempre escasos recursos que, como se sabe, finalmente proviene del esfuerzo de los contribuyentes que destinan su dinero al fisco para su uso correcto y eficiente.
Con el esquema de corrupción cada vez más alejado de los intereses del pueblo y en específico de nuestra niñez, año tras año lo único que se ha visto es riqueza mal habida con el agravante de los que hasta ahora tienen la sartén por el mango, soliciten cada vez más presupuesto aun cuando se inventaban excusas para no tener que rendir cuentas.
La distribución y depósito de ingresos destinados a las gobernaciones y municipios, tal como en el presente se llevan a cabo, es un fracaso como acertadamente afirmó el presidente Santiago Peña. Luego de malversar el dinero que debía llegar a los niños en edad escolar, se procedía a pedir cada vez más presupuesto para así seguir aprovechándose de un esquema de impunidad pocas veces visto cuando se habla de nuestros niños, destinatarios de ese programa de alimentación.
En ningún modo resulta aceptable continuar con este esquema del robo y la mentira hacia nuestros niños y niñas, pues como sabemos, el elemento condicionante para el mejoramiento del rendimiento escolar se encuentra relacionado a los nutrientes necesarios durante la etapa de crecimiento necesarios de valores proteicos y de vitaminas que influyen en el futuro capital humano formándose en nuestras escuelas del país.
El presidente Santiago Peña, mediante esta iniciativa legislativa desde el Poder Ejecutivo, plantea la creación del Fondo Nacional de Alimentación Escolar (Fonae) para llegar al 100 por ciento de las instituciones educativas. El proyecto establece un mayor control administrativo y operativo, de rendición de cuentas y fiscalización, conjuntamente con lo que corresponde hacer según nuestra Constitución Nacional a la Contraloría General de la República, garantizando de este modo que los niños reciban la ayuda alimentaria en tiempo, forma y calidad.
Lo que hoy se tiene no puede ni debe ser convalidado por el Congreso. Un robo de la comida de nuestros niños y niñas así como una promoción de la detestable desigualdad, motivo por el cual el proyecto de ley del Ejecutivo “Hambre cero en nuestras escuelas y sistema educativo” merece un tratamiento serio, profundo, como también diligente para su pronta aprobación.