Luego de ser demonizada en su momento por la oposición y por ciertos grupos sindicales la iniciativa del Poder Ejecutivo de crear una supervisión en las cajas de jubilaciones y pensiones, ocurre que ahora aquellos que tiraban palos a la rueda sin argumento alguno claman con urgencia que la nueva Superintendencia intervenga las diversas cajas que se encuentran con serios inconvenientes, como por ejemplo la del Personal Municipal.
En efecto, la Caja de Jubilados y Pensionados del Personal Municipal hace más de diez años que viene con problemas de sostenibilidad financiera, siendo apenas la punta del iceberg de un sistema jubilatorio que merece un tratamiento racional en atención a que miles de personas se encuentran directa e indirectamente relacionadas con el cobro de sus haberes.
El desequilibrio existente entre la cantidad de aportantes con la de jubilados así como la mala administración, las más de las veces dolosas, hacen imposible el pago de los jubilados y pensionados que, por cierto, no tienen otra salida que una pronta y efectiva intervención por medio de la ley recientemente aprobada por el Congreso a iniciativa del Ejecutivo nacional.
Ese fue, entre otros motivos, lo que llevó al presidente Santiago Peña a elevar a consideración del Congreso su proyecto de ley, pues la situación ameritaba una decisión coherente con su programa de gobierno, así como el cumplimiento de lo que preceptúa nuestra ley fundamental.
Es de tomarse en cuenta que a la fecha la nueva ley se halla en proceso de consolidación. En efecto, el Consejo de Seguridad Social deberá conformarse próximamente con los representantes de todos los sectores por medio de elecciones. Por cierto, una de las iniciativas que en su momento el Ejecutivo nacional expuso en su proyecto de ley consistía en la necesidad de que los miembros del Consejo de Seguridad Social se encuentren representados los sectores involucrados de manera a que las decisiones se lleven a cabo con la más absoluta legitimidad y transparencia.
Cuando el proyecto del Ejecutivo fue presentado, los ahora muy presurosos en acudir a la ley que tanto trataron de impedir sea tratada y aprobada en nada les interesaba la suerte de las familias involucradas. Como suele ocurrir, se autodenominan demócratas, una expresión de boca para afuera que no se compadece de sus intenciones obstruccionistas en vez de opositores.
Es de recordarse que la iniciativa presidencial fue un acontecimiento histórico para los intereses de la ciudadanía honesta y trabajadora, además de una ley que por mucho tiempo fue postergada en nuestro país aún cuando nuestra Constitución Nacional en su artículo 95 estableció en el año 1992 sobre la necesidad de contar con un ente de supervisión establecido por la ley.