El Instituto Paraguayo del Indígena (INDI) debe asumir un desafío amplio e integral para de alguna manera reconstruir proyectos relegados durante años por la desidia de sus administradores y que lastimosamente dejaron muy al margen de la protección del Estado a los pueblos originarios.
El abandono también fue contaminando sus poblaciones con líderes que se aprovechan de las muchas necesidades que tienen estas y se prestan a intereses de políticos, autoridades o funcionarios públicos, que poco favor al respeto de los derechos humanos hacen. Esta compleja situación requiere del Estado estrategias comprometidas con el bienestar real de las familias nativas.
La cruda realidad que afrontan las comunidades indígenas ya no es solo de pobreza, sino también de abusos, todo tipo de abusos: y parte del detonante que venimos viendo lastimosamente pasa por las adicciones, la delincuencia, la prostitución, la coacción sexual, que ocurren en las narices de todos, autoridades y ciudadanía. Las condiciones infrahumanas en las que vemos a mujeres indígenas con niños en brazo, menores mendigando en calles y avenidas son el reflejo de cómo el Estado y la sociedad –que operan a través de sus instituciones y de organizaciones privadas– están aplazadas y que viven jactándose del desarrollo de programas para esta franja de la población vulnerable.
Ayer, la homilía de Caacupé dedicó una parte de la prédica a la lamentable situación de los hermanos indígenas que, además de sufrir años de olvido por parte del Estado, cayeron en todo tipo de vicio, presa de un Estado ausente por décadas. Hay demasiados jóvenes indígenas, entregados al alcohol y a la droga.
“Otra preocupación que surge de las propias comunidades es el arrendamiento de tierra a gente de afuera. Hay líderes que ya no sirven a sus comunidades, sino a sí mismos y existe falta de unidad dentro de algunas comunidades. Son males que ustedes mismos deben arrancar; y lo pueden conseguir”, decía el presbítero que desarrolló la homilía. Lo dicho se traduce en una inquietud de siempre y que es el primer gran problema por resolver si queremos realmente un Estado con coberturas más inclusivas, sostenibles en el tiempo.
Así como hay líderes indígenas inescrupulosos, hay muchas instituciones o miembros de entidades que lucran con las miserias de estas comunidades. Este es el primer inconveniente para atender si el plan es el bienestar y el respeto por sus culturas.
Las autoridades tienen esa gran misión de unir a los pueblos nativos en una causa común de mejor calidad de vida, recuperación de sus tierras, valorización cultural y un trabajo profundo de erradicar las adicciones que afecta a una buena parte de la población nativa urbanizada, para poder extirpar también la delincuencia a la que lamentablemente han caído, obligados por ausencia de políticas públicas acordes.
Mientras existan líderes o jefes desleales con estas poblaciones, instigados por corruptos de afuera de sus comunidades, los intentos por solucionar sus necesidades serán solo parches.
Las autoridades deben acudir a ese llamado de sanear las organizaciones indígenas. El INDI tiene que interiorizarse y ayudar de forma cercana a estos pueblos. Tratar de ir reemplazando el asistencialismo por planes que fomenten una reestructuración social con los que se les otorguen herramientas de sustento.
El trabajo de educar, concienciar, formar comunidades menos dependientes de la asistencia, con posibilidades de acceder a inversiones por parte del Estado que los ayude a trabajar de acuerdo con sus culturas no puede seguir esperando. Definitivamente, urge rescatarlos del sometimiento a sus propios líderes desleales como a autoridades nefastas y darles ese espacio protagónico en el que tienen mucho que aportar.
La corrupción no es un mal exclusivo de la clase política, existen todo tipo de agentes de este flagelo, en algunos casos vestidos de corderos que camufladamente quebrantan nuestros derechos. El Gobierno reagrupó varias instituciones con el objetivo de una lucha frontal contra la corrupción, los avivados que usan a ciertos referentes de comunidades indígenas en detrimento de sus intereses necesariamente deben ser foco de esta iniciativa.