El político de ultraderecha Javier Gerardo Milei, de 53 años, fue electo presidente de la Argentina y, desde el 10 diciembre, ejercerá oficialmente la máxima investidura política por los próximos cuatro años. En apenas tres semanas la patria de San Martín comenzará a sufrir profundas transformaciones en su política económica y social, de acuerdo con lo anunciado por el mandatario electo, que está decidido a sacar a su país del estado actual mediante medidas drásticas y contundentes. Aunque es una incógnita cómo y cuánto podrá hacer ante los impedimentos legales y estructurales de una enorme y complicada nación. Porque una cosa es lo ideal, lo que se pretende hacer y muy distinta, la realidad, lo que se puede realizar.
Algunos creen que tendrá un cierto parecido con el gobierno derechista de Mauricio Macri, que estuvo desde el 2015 hasta el 2019, cuya influencia política puede ser importante para el nuevo ejecutivo. Sobre todo porque en el Congreso argentino, donde Milei tiene muy pocos legisladores, los senadores y diputados de Juntos por el Cambio, el partido de Macri, podrían ser aliados de mucha importancia a la hora de aprobar las leyes.
Todo lo que atañe al nuevo presidente, por ahora, es todavía incierto, sin pautas precisas ni rumbos bien trazados. Por eso conviene que el Gobierno paraguayo actúe de manera prudente y adecuada. Milei había dicho en sus discursos de campaña que, como derechista, no quiere relacionamientos con gobiernos de signos izquierdistas, como el caso de Brasil conducido por Lula da Silva, o China popular, regida por el Partido Comunista. Esto puede significar que tendría preferencia por los no izquierdistas, entre los que podría incluirse al de Paraguay.
El presidente Santiago Peña tuvo ayer una primera conversación telefónica con Javier Milei con el propósito de desarrollar una “agenda dinámica, con una visión compartida”, como comentó el canciller Rubén Ramírez Lezcano. Como economistas, ambos tienen en muchas cosas puntos de vista parecidos
La experiencia del buen relacionamiento del Gobierno paraguayo con el gobierno argentino de Mauricio Macri es algo que debería replicarse. Una de sus principales muestras es el Acuerdo Cartes-Macri firmado en el 2017, que está permitiendo la construcción de 3 nuevas turbinas en el brazo Aña Cuá del río Paraná para aumentar la generación de la hidroeléctrica Yacyretá en 10 por ciento. Es la mejor prueba de cuánto se puede lograr cuando los ejecutivos de ambas naciones son capaces de negociar para la conveniencia y el progreso mutuo. Sería bueno hacer valer el espíritu de negociación y colaboración conjunto de este acuerdo para la política con la nueva administración argentina.
De acuerdo con Euclides Acevedo, excanciller y experimentado político, la influencia del expresidente argentino Mauricio Macri, aliado político de Milei en las elecciones últimas, será importante para el equilibrio y la sensatez que requiera el nuevo gobierno para sus relaciones con el mundo en un ordenamiento internacional que considera muy confuso.
Si fuera así, podría esperarse con cierto optimismo su relacionamiento futuro con nuestro país. Pero, en definitiva, no depende nada de la casualidad o de los buenos vientos que soplen, sino de la capacidad de negociación de las autoridades encargadas de dirigir la política internacional.
Uno de los temas más importantes con el vecino país es la traba impuesta en el paso del Paraná para las naves que surcan el tramo que va de Santa Fe a la desembocadura del río Paraguay. El Gobierno paraguayo debe insistir ante el presidente libertario que elimine el peaje en ese sitio para hacer realidad la libre navegación establecida en los acuerdos internacionales. Sobre todo, para ser consecuente con su filosofía política de que deben desaparecer los signos de opresión y surgir las manifestaciones reales de la libertad. No es un juego de palabra, sino una necesidad ante la traba impuesta por el gobierno argentino que se va.
El advenimiento de una nueva administración de gobierno en la Argentina, como expresión de la voluntad popular, es positivo. Para Paraguay es una oportunidad para mejorar las relaciones existentes con ese país que con la administración actual tuvieron momentos ásperos. Y de paso es un desafío para construir políticas de mayor acercamiento y colaboración que hasta ahora no se pudieron concretar.