Los municipios deben articular acciones con los organismos de seguridad y de investigación y comenzar a ocuparse de los des­armaderos clandestinos que hace rato vie­nen siendo el mercado negro del flagelo de robo de vehículos, ya sean de 4 ruedas o biciclos.

Estos aguantaderos manejados por gavi­llas entrenadas en el desguace de vehículos operan a la luz, desplazan en muchos casos incluso a casas o representantes legales de la venta de repuestos. Pese a la ilegalidad y a los altos indicios del rol articulador en el esquema de hurto de automóviles, motoci­cletas, bicicletas y demás rodados, no exis­ten medidas institucionales para acabar con el modus operandi.

La Fiscalía a través de la Policía Nacional realiza algunas intervenciones, allana­mientos, detenciones e imputaciones, pero el problema persiste y el negocio irregular se expande generando enormes perjuicios, principalmente a la gente trabajadora que debe salir a batallar a la calle, sin mayores posibilidades de resguardar su bien.

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En estos días se veía en la prensa un allana­miento realizado en una vivienda ubicada en la ciudad de Capiatá y permitió desar­ticular un aguantadero de vehículos. El procedimiento encabezado por la Direc­ción de Automotores de la Policía Nacional logró la detención del presunto líder de la banda de robacoches, que tenía en su poder unos 20 rodados desarmados y tres enteros denunciados como robados. Un “stock” que asusta.

En menos de 24 horas después de la intervención en Capiatá, la Policía allanó otro sitio, pero en la ciudad de San Lorenzo, donde se encontró una gran cantidad de autopartes, motores y acce­sorios de distintos tipos de vehículos. De vuelta la alta sospecha de que el local sirve de aguantadero de venta de piezas de vehículos hurtados.

Frecuentemente, las noticias difunden estas intervenciones e incautaciones que revelan un mal nada menor en el Paraguay. Es una realidad y acuciante la cantidad de desarmaderos clandestinos, en algunos casos camuflados de talleres mecánicos que funcionan en las narices de todos y con absoluta libertad.

Según las cifras dadas este año por la Orga­nización Socorro Paraguay, todos los días se roba una importante cantidad de autos y esto preocupa bastante porque indica que creció la demanda de autopartes. Revelaron que hasta el año pasado los robos eran de tres autos por día, para este 2023 aumenta­ron a cinco robos de vehículos diariamente.

Desde Socorro también señalaron en su momento el protagonismo de los llamados desarmaderos en el circuito de los móviles hurtados. Estimaron que el 60 % va a parar a los desarmaderos clandestinos y el 40 % se utiliza para comercializar o revender como un vehículo legal o la comisión de un hecho punible.

La Policía Nacional hasta maneja un ran­king de procedencia de los vehículos que sufren mayor hurto en nuestro país. Los rodados que ingresan al país vía Chile, los famosos “chilere” son los más robados, el modelo IST es el que más cae en manos de los marginales.

En consultas periodísticas, un comisario interviniente había mencionado que la pre­ferencia de los delincuentes por los mode­los IST es el alto costo de los repuestos que tiene.

Con estos índices y el cierre de otro año cuyos últimos meses generalmente dina­mizan las compras e inversiones por la mayor fluidez de dinero producto de pre­mios, cobro de aguinaldo u otras bonifica­ciones, torna imperante la necesidad de un fuerte operativo de control de estos aguan­taderos donde funcionan verdaderas carni­cerías de vehículos.

La Policía cuenta con datos interesantes para las pesquisas y los municipios cono­cen sus jurisdicciones que, con una buena alianza con el Ministerio Público, pue­den destartalar o al menos ahuyentar a los delincuentes robacoches o de biciclos.

Se debe encaminar intensos controles que conduzcan al desmantelamiento de los des­armaderos y talleres mecánicos que sirven de fachada para el descuartizamiento de rodados.

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