Las actuales autoridades argen­tinas, que se van del Gobierno en breve, están golpeando cada vez más fuerte a nuestro país. En medio del terrible desequilibrio económico en que se encuentran, no han encontrado mejor salida que hostigar al Paraguay de los modos más sensibles, poniendo de mani­fiesto su hipocresía y su nula capacidad de integración entre los países del Mercosur. Nuestro país, que está siendo golpeado por la negativa argentina de exportar algunos insumos básicos, ha sufrido el ilegal apre­samiento de camiones que deben traer derivados del petróleo ya pagados, aparte del peaje ofensivo en el Paraná.

Desde el punto de vista de las relacio­nes internacionales, es totalmente inen­tendible la postura del vecino país que no solo rompe la normalidad del tratamiento comercial, sino que incursiona en el peli­groso terreno de la hostilidad. No existe una razonable lógica en su comporta­miento, excepto el propósito de castigar a nuestro país del modo más doloroso. Una conducta tilinga y pueril, que se parece a la actitud de un niño caprichoso que no quiere que se use su juguete entre los com­pañeritos porque está enojado.

En un comunicado que se dio a conocer el domingo último, el Equipo Económico Nacional recordó que más de 30 choferes y sus camiones estaban esperando cargar el producto y que otros vehículos más, ya cargados con gas, habían sido arbitraria­mente retenidos en la localidad bonaerense de Campana. Cosa que el Gobierno nacio­nal considera una “retención unilateral y sin fundamento (que) configura una falta más a los principios fundamentales e inelu­dibles que sustentan los procesos de inte­gración económica regional: libre tránsito, reciprocidad y no discriminación”.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

El documento señala que el comporta­miento de las autoridades argentinas es una gran paradoja si se tiene en cuenta que representa al Justicialismo. Esta agrupa­ción política fue creada en su momento por el general Juan Domingo Perón, gran amigo de nuestro país, con el propósito de instaurar la justicia social en esa nación. Cuando lo echaron del Gobierno, en 1955, fue rescatado por un cañonero paraguayo y recibió asilo político en el Paraguay. Fue quien devolvió los trofeos de guerra lle­vados por Argentina durante la confron­tación contra la Triple Alianza. Por eso la extrañeza de que los seguidores del recor­dado general sean ahora tan hostiles con nuestro país.

La cúpula del Gobierno ha reaccionado ante la animosidad argentina puntuali­zando que la situación es un retroceso en la confianza y credibilidad de los acuer­dos, las reglas jurídicas establecidas y el espíritu integrador para el libre comercio entre ambos países. Destaca que, a pesar del perjuicio ocasionado a los paraguayos, Paraguay ha hecho y seguirá haciendo uso del mayor sentido aperturista y de diálogo. Insiste que desde aquí se seguirá traba­jando para buscar soluciones, continuando las conversaciones con todos los países de la zona, buscando las salidas dentro del marco institucional, que incluye “la acti­vación de todos los mecanismos jurídicos disponibles, entre ellos el arbitraje, para que el principio de pacta sunt servanda (los acuerdos deben cumplirse, en latín), esen­cial para naciones civilizadas, sea cum­plido”, y recalca que “esta situación no beneficia a nadie”. Dado que lo pactado es una obligación que debe observarse fiel­mente.

Las autoridades argentinas, que juegan a ser el niño malo, están muy equivocadas en su comportamiento. Deben rever su pos­tura rápidamente para dar cumplimiento a los tratados internacionales que rigen la libre navegación de los ríos y los numero­sos acuerdos de buena voluntad firmados con nuestro país a lo largo de los años. Con su postura hostil hacia el Paraguay y los otros países no conseguirán nada positivo, y al final tendrán que ir a las negociacio­nes para restablecer el cumplimiento de las normas vulneradas.

Las autoridades paraguayas ya han enten­dido claramente el mensaje argentino de sus trabas a los camiones y naves que vie­nen a nuestro territorio, y saben que están enojados porque se les quiere cobrar lo que adeudan. Tienen la convicción de defender sus derechos y de exigir el cumplimiento cabal de las obligaciones legales que rigen también para los argentinos en igualdad de condiciones que para los demás países.

Nunca vale la pena pelearse. Porque ante cualquier enfrentamiento hay que negociar la paz, restablecer las buenas relaciones. Y pueden quedar las huellas del embate.

Dejanos tu comentario