A raíz de las tensiones provocadas por la Argentina por el peaje ilegal que cobra en el Paraná y la retención de una embarcación paraguaya en un puerto argentino, el Gobierno nacional reaccionó y anunció algunas medidas. La principal es la decisión de retirar de la hidroeléctrica de Yacyretá toda la electricidad que le corresponde a Paraguay y que se le cede al vecino país a precio irrisorio, suma que tampoco paga.
El Gobierno de Buenos Aires sintió el golpe, porque la energía eléctrica que consiga de otra fuente le resultará muy costosa, y envió rápidamente a Asunción a la ministra de Energía para conversar sobre la nueva situación. Las autoridades argentinas no pueden pensar que nuestro país va a aplaudir las restricciones fluviales y quedarse sin hacer nada. Por su lado, el Gobierno nacional hizo muy bien en reaccionar rápidamente para defender los intereses del país contra los abusos argentinos, con una actitud muy elocuente que no permite otra interpretación que la de defender sus legítimos derechos. Los antiguos romanos ya hablaban en derecho del “do ut des” (dame algo para que también yo te dé), la reciprocidad de recibir algo a cambio de otro bien entregado.
Luego de la reunión de tres horas del canciller nacional y la ministra de Obras Públicas con la secretaria argentina de Energía se informó la intención de que se quiere constituir una mesa de trabajo para seguir estudiando los temas que actualmente provocan las tensiones entre ambos gobiernos. En el encuentro, al parecer, no se llegó a ninguna conclusión sobre los asuntos que son parte de la controversia, pues fue apenas una primera conversación. Lo importante es que se conversó y que hay señales de que se quiere seguir hablando para buscar las salidas a la situación que se ha planteado por el comportamiento inamistoso del vecino país.
Desde que el mundo es mundo no hay mejor solución para una disputa que la negociación inteligente en busca de las soluciones que convengan mutuamente a las partes. Porque es de gente sensata negociar en vez de pelear de manera improductiva. Hay que dejarse de enfrentamientos infantiles que al final nunca conducen a nada.
El actual gobierno argentino sobrevive en medio de una profunda crisis política, económica y social, como pocas veces ha tenido en su historia. Tiene una inflación anual con más del 100 % de aumento en los precios, un enorme déficit financiero que busca arreglar con las dádivas del Fondo Monetario Internacional (FMI), con un índice de pobreza que supera el 40 % y un crecimiento económico que este año será negativo. Para colmo, en octubre se vienen las elecciones presidenciales, en que el candidato oficialista aparece como tercero y sin chances de ganar, según las cifras de las recientes elecciones primarias (PASO).
Con los gobernantes que tiene, llenos de contradicciones, la Argentina vive uno de los peores momentos de su existencia, con un panorama que no abre esperanzas ciertas de que las cosas vayan a mejorar cualitativamente en el corto plazo. Y necesita ayuda, sin duda. Pero no a costa de los intereses legítimos de otras naciones.
A pesar de que es la nación que más territorio le ha sacado a Paraguay en la Guerra de la Triple Alianza (se llevó 72 mil kilómetros cuadrados con la anexión de Formosa, que equivale a casi la mitad de la región Oriental) resulta también uno de los países que más ha ayudado a los paraguayos. Durante decenas de años miles de ciudadanos de nuestro país han migrado a la Argentina en busca de trabajo y libertad, y han encontrado la generosidad de los que habitan ese país, por lo que después de Paraguay, es la nación que más paraguayos y descendientes de paraguayos alberga. Aunque algunos acuñaron la despreciativa expresión de “paraguas muertos de hambre” para referirse a los nuestros, en el fondo siempre mostraron una actitud positiva.
La Argentina debe levantar el ilegal peaje en el Paraná, pues va contra las normas internacionales vigentes. Afecta a los intereses de Paraguay y de todas las otras naciones que firmaron el Acuerdo de Santa Cruz de la Sierra y otros tratados. No obtendrá nada redituable con una conducta hostil hacia las demás naciones.