El Gobierno no debe escatimar esfuerzos ni recursos en movilizar a todo su ejército con toda la artillería disponible para avanzar tenaz y firmemente en el combate a las adicciones que carcome la salud de la población, principalmente de los jóvenes. Las estadísticas son alarmantes y penosamente esta situación es parte de la pesada herencia de la dejadez gubernamental que no mostró mayores estrategias en la lucha contra el consumo de drogas. Se visualizó más brazo caído para fortalecer el negocio ilícito que aprovechó para ganar territorio de manera extraordinaria en los últimos años.

Los números refieren que un promedio de 20 a 25 mil consultas anuales se registran en el Centro Nacional de Control de Adicciones. Oficialmente, a la población adicta se suma un promedio también de dos mil y pico de pacientes nuevos por año; en vez de mermar, crece.

Vale reiterar datos difundidos en artículos periodísticos basados en datos del Ministerio de Salud en los que se señalan que las víctimas de adicciones son 65 % de hombres y 35 % de mujeres, de los cuales el 40 % de los registrados son de Asunción, el otro 40 % de Central y un 20 % del interior del país.

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La delicada situación que reflejan los números con el agravante de que no mermaron los índices de las adicciones, sino aumentaron en los últimos tiempos no dan margen de error ni tregua para encarar soluciones más tangibles, visibles.

En el marco de esta problemática muy preocupante, el Gobierno anunció el inicio del programa “Chau Chespi”, que fue una de las actividades anunciadas durante la campaña presidencial que apunta a descentralizar y tornar más palpable, de mejor y mayor acceso a los programas antidrogas en las comunidades. Es un trabajo loable, digno de ser acompañado por la sociedad en general.

El mencionado programa articulado por el Ministerio del Interior y el Ministerio de Salud, así como del Centro de Adicciones, prevé ser implementado en todas las Unidades de Salud Familiar dependientes de la cartera sanitaria, así como los centros y hospitales dependientes del Instituto de Previsión Social, a fin de que puedan brindar una atención primaria a las personas víctimas de las adicciones. Esto fue anunciado hace unos días y según las estimaciones informadas en conferencia de prensa, el proyecto estaría activo al 100 % a fin de año.

Se anunció un intenso entrenamiento de los profesionales de salud, para que puedan brindar asistencia integral, además de dotación de infraestructura para internaciones, elemental para descentralizar las atenciones.

El presupuesto estaría cubierto con fondos provenientes de la Senabico (Secretaría Nacional de Administración de Bienes Incautados y Comisados), pero la ejecución estará liderada por el Ministerio de Salud y el Centro Nacional de Adicciones.

De avanzar con el programa “Chau Chespi” y que esté presente en todas las Unidades de Salud Familiar, así como en todos los centros y clínicas del IPS sería como disponer de una contención más inmediata en el tratamiento de los problemas de adicción. Con esto también se puede, más adelante, aspirar a medidas de prevención que es lo que ansiamos desde hace tiempo como sociedad.

El diagnóstico es fundamental en este proceso de lucha contra las adicciones que ahora abre una nueva fase.

El director del Centro Nacional de Adicciones, doctor Manuel Fresco, sostuvo que cuanto más rápido sea el diagnóstico hay más posibilidades de que no se convierta en un problema crónico para los usuarios de drogas, por ello el programa antidrogas impulsado para llegar a hospitales de todo el país puede resultar impactante y hay que acompañar desde todos los sectores.

La meta de generar primeros impactos a fin de año es ambiciosa, pero no imposible. La ciudadanía debe sumarse a este gran desafío, necesitamos combatir para erradicar el flagelo de las adicciones, el consumo de drogas, principal causante de otros males que azotan al país como la inseguridad, la violencia juvenil dentro y fuera de las escuelas, etc.

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