Santiago Peña Palacios, el econo­mista de 44 años y exministro de Hacienda, se hizo cargo ayer de mañana de la Presidencia de la República en un acto solemne frente al Palacio de López. Es el décimo mandatario que preside el Poder Ejecutivo luego de la caída de la dictadura en 1989, en el séptimo periodo presidencial luego de la Constitu­ción Nacional de 1992.

En su discurso inaugural, que constituye un resumen de su programa de gobierno, se comprometió a trabajar incansablemente por el bienestar de todos los habitantes del país, destacando que el éxito de su tarea será lograr que todos los paraguayos estén mejor. Dijo que desde su gobierno se pro­moverá la creación de puestos de trabajo en el sector privado, que se impulsará la des­centralización de los servicios públicos con mayor participación de las comunidades. Y que su compromiso es construir una socie­dad donde todos puedan vivir mejor.

Los anuncios realizados no son nuevos por­que esos propósitos para alcanzar el bienes­tar los viene señalando desde su campaña electoral. Lo significativo es que se compro­metió a ello oficialmente con la investidura constitucional de presidente de la República y desde el estrado de la máxima autoridad del Paraguay, frente a todo el país, las repre­sentaciones de numerosas naciones amigas y ante los ojos y oídos de todo el mundo, que están expectantes ante este nuevo capítulo de la vida nacional.

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Dirigiéndose a los diferentes sectores polí­ticos, económicos y sociales, los invitó a construir un consenso para responder ade­cuadamente a las diversas demandas de la sociedad.

Todo lo anunciado por el mandatario revela que tiene ideas muy claras sobre lo que tiene pensado construir y en qué aspectos insistirá con más fuerza para conseguir sus objetivos.

El hecho de que tenga ideas claras y un rumbo bien definido hará que la nación sea más atractiva para la venida de inversionis­tas, incluida la apuesta de los capitalistas locales. Porque el camino está trazado y los propósitos se encuentran bien establecidos, con definiciones que no admiten confusión.

Se podrá señalar que las ideas afirmadas por el presidente no son novedosas, sino puntos que habitualmente suelen mencio­nar las diferentes administraciones de dis­tintos países. No se trata de inventar nada inexistente, sino de aprovechar las situacio­nes que los distintos gobiernos del mundo supieron explotar con inteligencia para mejorar la realidad económica y social en beneficio de su gente. No es un concurso de crear inventos novedosos, sino de hacer fructificar los proyectos que ya se tienen.

Ahora comienza el capítulo tal vez más importante, el de dar cumplimiento a esos sanos propósitos en medio de un país que tiene la expectativa de que el nuevo man­datario y su equipo puedan lograr el mejo­ramiento de la economía, que implique un mayor bienestar para la mayoría de los que habitan nuestro suelo. Para ello el presi­dente Peña ha logrado construir un equipo de trabajo de gran nivel técnico y fuerte compromiso con los intereses paraguayos, desde los ministerios, las secretarías y otros organismos públicos donde se va a operar para el logro de los objetivos anunciados. El nuevo responsable del Estado prometió que ejercerá un liderazgo firme y ético, impul­sado por los principios de transparencia e integridad al servicio de la ciudadanía.

Con la asunción del nuevo presidente ha llegado la hora de trabajar con energía para convertir en realidad los anuncios reali­zados y las propuestas trazadas. Terminó el tiempo de los discursos. La esperanza de la gente está puesta en la nueva admi­nistración y ese sentimiento merece como respuesta la concreción de todo lo que se ha venido anunciando como proyecto de gobierno.

Todo ello no podrá realizarse sin la con­tribución de los diferentes sectores de la comunidad nacional. Por eso será impor­tante promover el diálogo entre los más diversos grupos, tanto políticos como sociales.

La República del Paraguay ha comen­zado una nueva etapa en su camino, que ha tenido enormes dificultades en diver­sos momentos de su historia, con guerras y enfrentamientos de toda índole. Pero ha vivido también capítulos llenos de ale­gría y progreso. Hoy estamos en esta nueva etapa cargada de esperanzas en que con el esfuerzo adecuado se espera alcanzar las metas propuestas.

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