Para sacar al Paraguay de los prin­cipales obstáculos que lo aque­jan en el área económica, fiscal y financiera se hace necesario deci­dir nuevas políticas que corrijan los errores estructurales y coyunturales del gobierno que se va. Para hacer efectiva esa correc­ción es imprescindible crear nuevos ele­mentos de trabajo, profundizar las tareas acertadas y reestructurar el sistema. No se puede avanzar en la dirección adecuada si no se encaran las correcciones necesarias y no se emprende la reorganización impres­cindible.

El gobierno que asumirá el 15 de agosto se compromete a realizar las reformas reque­ridas en el esquema gubernamental de la economía para hacer más eficiente su ser­vicio según las exigencias y necesidades del país. Una de las medidas que se está procu­rando concretar es unificar en un solo orga­nismo las entidades encargadas de recaudar impuestos y tasas aduaneras, como la Direc­ción General de Aduanas (DGA) y la Subse­cretaría de Estado de Tributación (SET). Y lo más importante, la creación del Ministe­rio de Economía, una secretaría de Estado que reemplazaría al Ministerio de Hacienda y abarcaría los sectores encargados de la recaudación, la producción y la conducción económica, los roles que los ministerios de Economía tienen en otros países.

El futuro ministro de Hacienda, Carlos Fer­nández Valdovinos, explicó las principales preocupaciones que tienen los exponen­tes del gobierno que asumen en agosto y las líneas de acción que desean abordar para solucionar los mayores inconvenientes.

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Uno de los principales capítulos de ese plan será la creación del Ministerio de Econo­mía, para hacer un Estado más ágil, mejor coordinado en sus acciones y que implicará la unificación de algunas unidades buro­cráticas existentes, según explicó el futuro encargado de la economía del país.

Aseveró que el compromiso de la nueva administración es realizar las reformas que sean necesarias durante su gestión y no solo presentar los proyectos. Una tarea que no será fácil, pero que hay que encararla con decisión desde el primer momento.

Agregó que el propósito es hacer que el Estado sea más eficiente, ya que su estado paquidérmico se debe a que muchas institu­ciones existentes tienen la misma función. Lo que haría que desaparezcan numero­sas secretarías y organismos que existen actualmente a través de una fusión orgá­nica.

Otro de los delicados asuntos que requiere definición es el tema de las pensiones, por­que dependen de varias normas no bien articuladas, además de la principal compli­cación que es la falta de recursos financie­ros suficientes para pagar a los pensionados. Dijo que el nuevo gobierno necesita garanti­zar el cobro de las pensiones por parte de los beneficiarios, que ahora se muestra dudoso debido a las situaciones apuntadas.

Entre las decisiones más importantes que debe tomar la futura administración es la creación del Ministerio de Economía. Según la experiencia de numerosos países, ese ministerio es un organismo que conduce y coordina las políticas macroeconómicas y el desarrollo, que a través de sus dependen­cias recauda los impuestos y administra los recursos del Estado, que dirige la planifi­cación de la inversión pública, con el fin de impulsar el progreso económico y el bienes­tar de la sociedad. Y que en los hechos prác­ticos no permite varias cabezas ni directi­vas diversas, a veces contrapuestas, sobre un tema tan crucial como la conducción de los asuntos económicos de un país, como ocurre aquí en la actualidad.

Los futuros dirigentes de la conducción del país tienen ideas bien claras de cómo hacer las reformas que se requieren. El tema es la concreción de las mismas, cosa que reque­rirá de leyes y otras normas que necesitarán la participación de la clase política a través de los organismos legislativos. Por ello, el nuevo Congreso tendrá una gran relevancia para poder concretar las medidas que nece­sita el país para mejorar parte de su sistema administrativo actual.

La reformulación de la estructura de los organismos públicos que se pretende rea­lizar será un proceso que implicará prin­cipalmente el esfuerzo de los responsa­bles políticos, de las instancias técnicas y administrativas, pero necesitará también el apoyo de la ciudadanía. Un país más efi­ciente beneficiará a todos, sin privilegios para ninguno ni distinción de banderías políticas, por lo que se requiere la acep­tación y la colaboración de su gente. Es la única fórmula del éxito.

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