Uno de los propósitos que ha difundido claramente el equipo del nuevo gobierno que asumirá en agosto es que no se aumentarán los impuestos, que no se piensa en presionar más a los que los pagan, sino más bien apretar a los evaso­res mediante la formalización de la eco­nomía. En esto ha sido contundente el presidente electo, Santiago Peña, que ha reiterado esa idea como una de las pro­puestas principales de su gestión, tanto para atraer a futuros inversionistas como para tranquilizar a la gente que está cumpliendo sus obligaciones legales de manera correcta.

Es que no se puede pretender castigar a los que ya pagan sus impuestos para recaudar más y dejarles en paz a los eva­sores que sigan su rutina en la economía subterránea. Eso sería no solo injusto, sino también altamente inmoral, porque se estaría apoyando a los delincuentes, la gente que comete delitos evadiendo el pago de sus tributos.

El futuro titular del Ministerio de Hacienda, que en nuestro país constituye un ministerio de economía, Carlos Fer­nández Valdovinos, fue muy preciso en la materia. Manifestó que entre los planes que tiene el equipo del nuevo gobierno no se contempla la creación de nuevos impuestos. Aseveró que una de las prin­cipales acciones será restablecer el poder adquisitivo del presupuesto de los ciuda­danos mediante las medidas económicas que se piensa tomar. “Recuperar el bolsillo de la gente va a ser fundamental”, enfatizó.

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El trabajo que le espera en la cartera económica es descomunal, pues se está saliendo de un gobierno sin un norte defi­nido que ha dado sobradas muestras de no tener planes y de incapacidad, que es imperioso rectificar. Por eso la gente de la administración entrante ya ha comen­zado a trabajar, especialmente en la ela­boración del proyecto de Presupuesto General de la Nación (PGN) para el año entrante, pidiendo la colaboración de los funcionarios actuales, sobre todo no creando proyectos desfasados a través de nuevas licitaciones prescindibles.

La tarea del ministerio económico será clave para superar la situación actual, pues deberá recaudar muchos más recur­sos financieros sin recurrir a los aumen­tos fiscales ni nuevos impuestos. Lo que implica mejorar sustancialmente la efi­ciencia de los organismos recaudadores.

Teniendo en cuenta que la evasión impo­sitiva está en alrededor del 45 %, en teo­ría será fácil aumentar fuertemente las recaudaciones con el recurso de cobrar­les a los que no tributan. Pero la experien­cia demuestra que el poder de la economía subterránea es muy fuerte y someterla no será fácil. La delincuencia económica está muy fuertemente arraigada en todos los sectores, que someterla hará necesaria una verdadera revolución.

El tema no constituye solo poner gente calificada y honesta en los organismos públicos. Sino establecer una política suficientemente rigurosa y eficiente para someter a la delincuencia económica empotrada desde décadas en el submundo de la informalidad. No se trata solo de fre­nar el contrabando, que hay que dismi­nuir y eliminar, sino sobre todo de hacer que se puedan comercializar las merca­derías ilegales solo después del pago de los impuestos adeudados y la formaliza­ción consiguiente. Además de la necesa­ria acción represiva para perseguir el ilí­cito, se requiere también una fuerte tarea educativa, para hacer que tanto el comer­ciante como el consumidor final prefieran actuar dentro de la legalidad. Que se debe dar la espalda a la delincuencia y apoyar la formalización, que en el fondo significa más dinero para la salud, la educación, seguridad, obras públicas y demás reque­rimientos de interés nacional.

La apuesta del nuevo gobierno de lograr el bienestar de la gente por la vía legal no es solo un desafío para las nuevas autorida­des. Es un enorme reto a toda la sociedad paraguaya que en un gran porcentaje está acostumbrado a operar fuera del margen de las leyes, por las supuestas ventajas económicas de la ilegalidad.

Por ello la misión de Santiago Peña y su equipo es encarar una fuerte acción peda­gógica. Para adoctrinar a los descarria­dos y orientarlos al cumplimiento de las normas. No será fácil porque aparte de la enseñanza teórica, deberá obligarlos a caminar por la senda de la legalidad. Ten­drá que darles el castigo correctivo a los que quieran volver al mal camino. Por­que solo así la medida tendrá el efecto deseado.

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