Tristemente, las malas decisiones en la administración del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC), una de las instituciones base de nuestro desarrollo, hoy tienen a la educación tambaleando por los problemas tradicionales de infraestructura edilicia como tecnológica a los que se suman la violencia, las complicaciones sociales, conductuales, de vicios que no se supieron trabajar a tiempo.
El manejo del MEC, cedido estos años a gente sin idoneidad para el cargo, dejan tremendas secuelas, queda un ministerio prácticamente desencajado de la realidad, sobrepasado por coyunturas que van desatando dificultades de todo tipo, unas tras otras. Los inconvenientes ya no solo se traducen en la administración de recursos, escuelas con riesgos de derrumbe, sobrefacturaciones y limitaciones en la provisión del almuerzo y la merienda escolar, emergen complejidades sociales en el plantel educativo como en el entorno educativo que comenzaron a ser sangrientas en las últimas semanas.
El saldo es una educación con paupérrima didáctica, estructural y socialmente. Esto se veía venir, la inoperancia nos deja nefasta herencia como ya lo decían desde el gremio de directores del país; sin embargo, la realidad no nos había acorralado como lo es hoy, en la que estamos tocando fondo en este rubro.
Precisamente, un día antes del trágico acontecimiento en la humilde escuela de Colonia Independencia, Miguel Marecos, del sindicato de directores, había mencionado a nuestro medio el triste retroceso que experimentó nuestra educación durante los últimos cuatro años. Lamentó el par de años perdidos con el primer ministro impuesto por este gobierno, que comenzó aplazándose en iniciativas de capacitación docente y actualización de políticas de planificación que tienen como consecuencias el disparo de los índices de embarazos adolescentes, consumo de drogas y la tenencia de armas de fuego.
La comunidad educativa está resquebrajada, se perdió el norte y se dividen en varias partes los sectores con sus intereses. No se destacó el consenso entre lo urgente, lo importante y lo emergente.
El encierro por la pandemia del covid no se aprovechó para construir escuelas y refaccionar aulas a gran escala y seguimos con cerca de 5.000 establecimientos escolares con problemas estructurales. La corrupción y la mala gestión dejaron obras abandonadas, tampoco hemos avanzado en la conectividad, lo que ha parado el aprendizaje durante los años de ausencia en las salas de clase, la gran promesa de este periodo gubernamental.
Hoy tenemos mucha división entre los padres de familia, el MEC y los propios docentes que deben remar en la pobreza. La violencia entró sin mayores inconvenientes a las escuelas, el gremialista Marecos nos habló de ausencia de capacitaciones en liderazgo para que los maestros y directores afronten los desafíos de las nuevas realidades.
La sangre derramada de la directora de una humilde escuela que dejó consternada a la comunidad como al país penosamente solo dio cabida a otras soluciones parche con acciones improvisadas, mala comunicación y contrataciones de recursos humanos a mansalva. La “mochila segura”, y los psicólogos a las apuradas generan muchas dudas y no fomentan esperanzas de mejoras de las condiciones actuales.
La educación está de luto en todos los aspectos mientras el conflicto entre los diferentes sectores no merma. Hay demasiados temas postergados y son escasas las posibilidades como los recursos requeridos.
El gobierno entrante deberá asumir sin más dilaciones la responsabilidad de sacar de la terapia intensiva al sector educativo. Funcionarios idóneos serán imprescindibles para no repetir el error de utilizar estos cargos sensibles como cupos para mantener alianzas políticas.
Sincerar los recursos y poner sobre la mesa todos los fondos disponibles incluidos los ejecutados mediante convenios con organismos no gubernamentales como internacionales son una necesidad que también debe cumplirse.
La tarea no es ni será fácil; es decir, que toca cumplir los deberes con eficiencia, para que situaciones trágicas no sigan enlutando a nuestra comunidad educativa.