Luego de la euforia del triunfo electoral, a menos de cien días de la asunción del nuevo gobierno, aparece muy claro que la administración entrante encami­nará sus acciones para conseguir el pro­greso económico del Paraguay poniendo el acento en la equidad social. Y que a la par de conseguir los buenos números económicos que son saludables, prestará mucha aten­ción a las personas dando prioridad a los más vulnerables de la sociedad paraguaya. Lo que se suele llamar desarrollo econó­mico para el bienestar de las personas.

Esta filosofía altamente humanista es la idea central expuesta por el presidente electo, Santiago Peña, en sus alocucio­nes, lo que es muy importante para con­seguir el esfuerzo de toda la comunidad paraguaya para trabajar por este proyecto nacional. Porque el Gobierno no podrá hacer gran cosa si no cuenta con el aporte de las más diferentes instancias del país, desde los trabajadores más humildes hasta las más poderosas y grandes firmas industriales y comerciales. El capitán del equipo no podrá hacer mucho para ganar el partido sin la contribución de los demás jugadores.

Para que pueda conseguir la colaboración de la gente, es bueno que se conozca el pen­samiento central del nuevo mandatario, quien reconoció que el país ha avanzado, que el Paraguay de hoy es mejor que el Paraguay de los años 90. Pero que es insu­ficiente frente al Paraguay que se necesita actualmente. “Nosotros podemos acelerar esto en los próximos cinco años y es ahí donde quiero poner todo el conocimiento, toda la experiencia, pero principalmente el patriotismo”, explicó en una entrevista.

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Manifestó que en su gestión hará énfa­sis en el bienestar de la gente, porque el país está llamado a conseguir el desarrollo con equidad social, ya que no se pretende que la economía crezca para un pequeño grupo. “Esto tiene que ser un crecimiento inclusivo”, enfatizó.

Dijo que la meta que tiene es que a este proceso de mejora que ha tenido el país, “nosotros le podamos dar un salto enorme en términos económicos, que a su vez nos va a permitir avanzar en el desa­rrollo de una mejor calidad humana, en la formación del capital, la salud, la educa­ción con los recursos necesarios, porque todo esto cuesta”.

Reconoció que todos los sectores del país quieren estar mejor, como los empresa­rios, industriales, exportadores, pero en su gobierno la prioridad serán los que están actualmente en situaciones de vul­nerabilidad. “El Estado tiene la obligación de ayudarle primero al que está peor”, fue la síntesis de su pensamiento.

Pocas veces un político ha explicado con tanta franqueza su filosofía para la conduc­ción del país como lo ha hecho el presidente electo. Sin las generalidades a las que sue­len recurrir los que no tienen los pies en la realidad, sino con el razonamiento lógico de un técnico acostumbrado a manejar los elementos que presenta la vida cotidiana. Por eso, en lugar de hacer vagas prome­sas, prefiere encarar proyectos realizables. Lejos del tono triunfalista de los charlata­nes que no tienen conciencia de lo que ocu­rre en el país.

El país que hereda la nueva administra­ción está lleno de problemas irresueltos, producto de los desaciertos de los que se van. Es una situación parecida a la que se vivió cuando terminó la administra­ción de González Macchi, en el 2003, pero con muchas complicaciones de grandes dimensiones. Un Estado altamente defi­citario que no puede financiar sus gastos si no toma nuevos préstamos y que tiene el endeudamiento más alto de la histo­ria. Con una realidad social en que buena parte de la nación está castigada por la pobreza.

La tarea de la administración entrante requerirá muchos conocimientos técni­cos, equilibrio político, estabilidad social. Y sobre todo un gran patriotismo. No será nada fácil en ninguno de los aspectos de la vida nacional.

Lo importante es que está yendo en el rumbo correcto, hacer que el desarrollo se encamine a lograr la equidad social, el bienestar de la mayoría, en especial de los más necesitados. Por eso esta tarea no es solo un programa del nuevo gobierno que asumirá en agosto, sino también un com­promiso que debe asumir toda la socie­dad paraguaya que necesita construir un país mejor que el que nos deja el gobierno que se va.

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