Los organismos de control deben ocuparse en fortalecer acciones de seguridad ante la situaciones de advertencia que lanzaron desde un grupo político en usurpar atribuciones del Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE) para definir los resultados electorales a su favor. Además, existen varios otros elementos de movidas oscuras, indicios de espionaje, exceso de violencia de algunos operadores que pueden calificarse como verdaderas maniobras del terror.
No es un tema menor la notificación que envió el candidato liberal TSJE en aquella conferencia en la que lanzó que el mismo hará de los votos, de manera a desconocer la tarea del ente rector de las elecciones.
Se suman a estos los últimos acontecimientos de ingresos extranjeras, una veintena de expertos presumiblemente informáticos que en su mayoría entraron en negro a juzgar por los informes de la propia administradora del edificio donde residieron y el comparativo de las primeras versiones oficiales que hablan de 6. Sugestivamente Mirian Irún, esposa del candidato liberal fue la que gestionó la estadía de la veintena de brasileños que vinieron por tareas políticas.
Las “gestiones” que realizó la esposa de Efraín Alegre no son nada tranquilizadoras considerando que Migraciones hasta ahora no pudo ubicar en sus registros a estas personas y la Fiscalía está en una incipiente investigación que no se aclara el panorama con relación al motivo de la presencia en condiciones clandestinas de los extranjeros en esta etapa de fuerte puja electoral.
La seguridad se encuentra muy vulnerable en esta etapa final de elecciones de autoridades nacionales, que amerita estrategias más puntuales para no lamentar el quiebre institucional a causa del patoterismo, como ocurrió del 31 de marzo del 2017 en la que, quemaron el Congreso Nacional y sus ejecutores quedaron impunes.
Se conoce el modus operandi de uno de los grupos políticos que están instalando el miedo, están jugando con operativos secretos, salpicados transgresiones legales que representan una amenaza para el sistema democrático por las acciones violentas de apriete, avasallamientos que los identifica. Han quemado el Congreso Nacional, han atacado la sede del Partido Colorado, han atracado a uniformados y viven instalando amenazas, violencia con mezquinos fines a los que no capaces de con la preferencia de la gente, de los electores.
La ciudadanía que debe remar en el día a día con miserias y precariedades ya tiene suficiente problemas. Es inoportuno y perjudicial acudir a los ataques, a la violencia, el sabotaje, a las instituciones del Estado, con el objetivo de quedarse con un cargo que debiera responder a decisiones democráticas, es decir, a las mayoría.
El futuro de miles de paraguayos, paraguayas, y otros hermanos extranjeros que apostaron a esta nación están en juego. La gente necesita tranquilidad y solución a las carencias que los afecta, no guerra. Los ciudadanos no merecen el terror que se pretende aplicar y los comunes están artos, cansados de las riñas puramente electorales que no reditúan en compromisos con los problemas que los aquejas.
Los montajes oscuros, paralelos no deben torcer preferencias ni para sabotear a la Justicia Electoral. Los organismos de seguridad y derecho del Estado deben hacerse sentir para acabar pánico que cierto grupo político utiliza en detrimento de una elección saludable.
Penosamente las actitudes de algunos políticos y grupos partidarios que se valen del odio por encima de los intereses colectivos buscan destaque haciendo mucho daño no solo a sus adversarios sino a quienes dependen o estén vinculados a ellos de alguna manera. Esta arremetida que ahora trasladan al proceso electivo debe acabar antes que sigan perjudicando el Estado de derecho que tanto dicen defender.
El Ministerio de Interior, la Policía Nacional, el Ministerio Público, Migraciones y demás instituciones vinculadas del orden público deben reforzar estrategias y acabar con insinuaciones de descontrol que lo único que genera es terror para un Estado que necesita hacer uso de su democracia para elegir a sus próximas autoridades.