El elevado grado de pobreza que sigue sufriendo el país hace muy difícil arribar al bienestar de mayor cantidad de personas. Este gobierno no ha podido mejorar la situación. Para salir del atolladero actual se requiere una profunda reingeniería económica que permita dar un paso adelante hacia el verdadero progreso del país y la mejora de la calidad de vida de la población nacional. Los parches solo ayudarán a prolongar la estrechez sin llegar a las soluciones de fondo.
Una reciente publicación del Instituto Nacional de Estadística (INE) mostró con cifras que la carencia de los principales elementos para llevar una vida normal afecta a un grueso sector de la sociedad nacional. Haciendo las comparaciones y proyecciones de los datos de los ingresos de un vasto grupo de paraguayos no son para alegrarse, por ser bastante pobres y sin mayores posibilidades de crecimiento. A menos que se hagan cambios sustanciales en la conducción del país.
El informe del INE que corresponde al 2022 indica que el 24,7% de la población nacional sufre de pobreza monetaria. Se define como pobreza monetaria la situación de las personas en los hogares cuyos ingresos no permiten cubrir los requerimientos básicos de alimentación, servicios, vivienda y educación. Lo que significa que 1.817.000 habitantes del país no tienen dinero para solventar el valor económico de una canasta básica de consumo junto con las necesidades relacionadas con vivienda, servicios, educación, etc. Por consiguiente, uno de cada cuatro individuos que habita en territorio paraguayo está sufriendo los embates de la estrechez económica, con todo lo que ello implica.
Lo más llamativo en el estudio es que la pobreza extrema trepó al 5,6%, lo que implica un incremento de 1,7 puntos porcentuales, pues en el 2021 era del 3,9%. La pobreza extrema la sufren las personas que viven en hogares cuyo ingreso no les permiten cubrir ni siquiera el costo de una canasta básica de alimentos, y mucho menos el valor de la vivienda y otros servicios.
Alrededor de 414.000 personas que viven en nuestro país están en la pobreza extrema, lo que quiere decir que no tienen siquiera para pagar sus alimentos básicos. Son individuos que, si comen, lo hacen sin poder cubrir todas las calorías que un ser humano necesita en cada jornada para vivir.
Los pobres extremos mayoritariamente están en las zonas rurales, donde suman 273.000 individuos; en tanto que, en las áreas urbanas, donde hay más posibilidades de conseguir alimentos y demás, se contabilizan 141.000 habitantes muy empobrecidos, de acuerdo con los registros oficiales.
Si bien el número total de pobres disminuyó en el último año, lo más llamativo es que se incrementó la cantidad de personas que están en la peor situación, la extrema pobreza.
Si se hace la comparación de los cuatro años de la administración de Mario Abdo Benítez, se tienen las siguientes cifras: en el 2018 cuando inició su gobierno había un 24,2% de habitantes pobres y en el 2022 alcanzó al 24,7%, un aumento de 0,5 puntos porcentuales. Los pobres extremos eran el 4,8% de la población en el 2018 y su número se incrementó en el 2022 hasta llegar al 5,6%, lo que habla de un aumento de 0,8 puntos porcentuales.
Si se hace una lectura política de la evolución de la penuria económica en el Paraguay durante la gestión del actual gobierno, la conclusión es simple: no hemos mejorado nada, más bien lo contrario. A pesar de que en el 2022 disminuyó la pobreza total frente al nivel del 2021, las cifras alcanzadas indican que estamos algo peor que hace cuatro años. Lo que habla de manera elocuente de la capacidad de la administración de Abdo, más que cualquier discurso. El razonamiento más elemental indica que la situación de los que habitan esta nación no solo no ha mejorado durante la gestión de este gobierno, sino que ha empeorado ligeramente, de acuerdo con las cifras que indican el nivel de pobreza registrado por el organismo oficial.
Debido a la complejidad de esta situación, se requiere un profundo análisis de la realidad nacional para determinar el verdadero diagnóstico. Solo así se podrán esbozar las soluciones que se requieren.