El último día de febrero fue una jornada histórica para nuestro país porque en esa fecha se ter­minó de pagar la deuda por la construcción y expansión de la hidroeléc­trica binacional de Itaipú.

En el acto realizado por la cancelación de los compromisos financieros, el direc­tor paraguayo de la entidad energética, Manuel María Cáceres, dijo que con la eliminación de las obligaciones moneta­rias, nuestro país cuenta con un valioso patrimonio. Recordó que a partir de este momento quedan grandes desafíos, como la revisión del Anexo C del Tratado de Itaipú, la construcción de las obras com­plementarias, como la esclusa de nave­gación del río Paraná, para conectarse desde el río Tieté, en Brasil, con el Río de la Plata, en Argentina y Uruguay. Resaltó que esta nueva situación ayudará a dar mayor tranquilidad para el tratamiento de otros asuntos, como el rediseño de parte del tra­tado que debe hacerse este año.

Muchos insistieron en que había que hacer un festejo por el acontecimiento. Otros recordaron que también hay que seña­lar que en casi 50 años la deuda creció de manera extraordinaria, lo que hace nece­saria una investigación para ver quiénes se beneficiaron y recuperar parte de esos pagos si es que se hicieron de manera ile­gítima. Los especialistas señalan que el más beneficiado fue el Brasil por motivos financieros y políticos, lo que tendría que dar lugar a un necesario esclarecimiento para las compensaciones del caso. Lo cierto es que, a partir del 1 de marzo, fecha en que se recuerda la ejecución del presi­dente paraguayo Francisco Solano López por los brasileños, en Cerro Corá, la mitad de Itaipú pasa a ser uno de los patrimonios más importantes del Paraguay.

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Uno de los aspectos que debe ser objeto de un serio análisis es que la deuda inicial por la hidroeléctrica, que era de 3.566 millo­nes de dólares en 1974 ascendió a 63.500 millones de dólares, es decir, 1.680%, o sea 17 veces más. La entidad prestamista es la Eletrobras, el organismo público de la electricidad en el Brasil, que fue pri­vatizado por el gobierno de Jair Bolso­naro. Por ello el único acreedor finan­ciero es el vecino país. Aunque la deuda es de la entidad binacional, hay que señalar que ninguna obligación monetaria con­traída por el Paraguay jamás ha alcan­zado ese extraordinario incremento, con semejante elevado valor. Se sabe que la hidroeléctrica tiene una gran capacidad de pago, pero el aumento astronómico de la deuda inicial es un verdadero récord. El ex presidente de la Ande, Pedro Ferreira, dijo que terminar de pagar Itaipú deja un sabor agridulce, porque si bien es un gran logro, tiene el componente de que no toda esa deuda es legítima.

Por eso nuestro país debe encarar una exhaustiva investigación de los que muchos consideran una deuda espuria en una gran porción de esos débitos. Por deuda espuria se entiende el pasivo ilegí­timo que le endilgan a la parte paraguaya del ente binacional y que le beneficia a la contraparte brasileña.

Hasta el momento el mayor beneficia­rio de la hidroeléctrica es el Brasil porque aprovecha las ventajas con un precio más bajo para su mercado nacional que utiliza un alto porcentaje de la energía, y al termi­nar la deuda queda liberado de esa carga. En la actualidad, el vecino país aprovecha el 65% de la energía de Itaipú que perte­nece a Paraguay por la que paga un valor bajísimo.

La nueva situación es un gran desafío para nuestro país. Para que se haga un plan de utilización centrado en el uso de la electri­cidad de Itaipú, ya que la Ande se verá ali­viada con cerca de 200 millones de dóla­res que ya no se pagarán y aprovechar la situación para hacer nuevas inversiones en el sistema de transmisión y otros reque­rimientos. El Gobierno debe elaborar un programa nacional energético que facilite la utilización de la electricidad con incen­tivos especiales para la radicación de más industrias, empresas privadas, estatales y cooperativas que con buenos precios del insumo energético puedan reanimar la economía y facilitar nuevos empleos.

La terminación de la deuda de Itaipú es un paso significativo. Ahora hay que preparar una buena estrategia para renegociar el Anexo C, que es la tarea pendiente.

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