Una de las principales preocupaciones del Paraguay en este año que termina es el fuerte ascenso del crimen organizado en diversos campos de la vida nacional, logrando penetrar hasta en ámbitos anteriormente casi sagrados por su importancia institucional. El gran incremento de casos criminales en diversos lugares geográficos e instituciones estatales fue una de las novedades más importantes del 2022. Y como principal responsable de este lamentable fenómeno se señala al gobierno, por su pasividad y falta de acción decidida para combatir el delito. Por ello en el balance que se hace de este año es inevitable apuntar hacia esa terrible realidad en la que están fuertemente involucrados el Estado paraguayo y sus instituciones especializadas.
En el recuento que se haga no se podrá olvidar la penetración de la delincuencia en algunos altos cargos del Estado, como el caso del ex ministro de la Senad Arnaldo Giuzzio y el del diputado colorado vinculado a una conocida cooperativa asuncena, Juan Carlos Ozorio. Solo por citar los ejemplos más resonantes.
En este capítulo resalta nítidamente el hecho más doloroso que está representado por el vergonzoso crimen que afectó al Paraguay, aunque haya sucedido fuera del país, el atentado que costó la vida del fiscal del crimen Marcelo Pecci. Asesinato que tiene a sus responsables vinculados con la vida criminal en nuestras tierras y forma parte de la lamentable herencia delictiva de este año.
En su recuento anual, la Comisión de Derechos Humanos del Paraguay (Codehupy), el 10 de diciembre, había señalado que este año ha mostrado cómo las estructuras delictivas han penetrado en la sociedad mediante la acción de bandas criminales que atravesaron las clases sociales, altos cargos del Estado, gobernaciones y entidades de la sociedad civil, como algunas cooperativas. Resalta como uno de los temas del año el hecho de sicariato sucedido en un concierto musical de San Bernardino, en que para asesinar a un narcotraficante también mataron a una conocida modelo. Por su novedad y espectacularidad, este acontecimiento delictivo había conmovido profundamente la sensibilidad de la ciudadanía.
Evaluando todos estos acontecimientos, este 2022 puede considerarse sin discusión como el peor de todos en la historia paraguaya contra el crimen. Y refuerza la convicción de que se necesitan acciones eficientes de parte de las autoridades nacionales. A menos que se quiera hacer del país la cueva del delito.
La ciudadanía paraguaya que está absorbida por otras preocupaciones, como la difícil situación económica y social, no debe dejar de lado la conciencia de que la nación está actualmente sitiada por bandas de delincuentes, y que una de las tareas principales es el combate contra el delito. Por ello debe exigir de las autoridades resultados innegables en el 2023.
Por los hechos delictivos sufridos, sin duda, este año ha sido el peor. Pero puede ser también el más rico, si se aprovechan las importantes lecciones que está ofreciendo. Porque, así como cuando se evidencia una grave enfermedad hay que buscar rápidamente el remedio, de ese modo en estos momentos el país debe encontrar la solución con toda prontitud. El Gobierno, que se entretuvo con la política de las internas partidarias, sin ocuparse debidamente de sus obligaciones en la administración del país, no tiene pretextos para no cumplir su función.
En cierto sentido, el nuevo año lectivo que comienza es un convencionalismo, porque la vida transcurre día a día sin mayores variaciones y los problemas subsisten con la misma gravedad. Pero la inauguración de un nuevo calendario oficial, universalmente aceptado, ayudará a marcar etapas, con proyectos actualizados y el sentimiento de que se está andando un inédito camino.
Por eso el comienzo de un nuevo año calendario es una excelente oportunidad para que las autoridades nacionales reconozcan sus errores y asuman el compromiso de hacer frente al delito con todas las armas que les proveen las leyes y la acción de las fuerzas públicas con que cuentan. La sociedad paraguaya no quiere seguir siendo víctima de las acciones de los malhechores que con los recursos delictivos que tienen ponen en serio aprieto la vida y la seguridad de todos.
El país necesita que el 2023 no se parezca nada al año que termina en medio de la amenaza del delito.