Luego de los comicios partidarios del 18 de diciembre, el país está viviendo en la actualidad tiempos políticos de altísima importancia, que trascienden los actos eleccionarios de las internas. Más allá de los colores o de las tendencias que compiten, está en juego la suerte del país: La cuestión de fondo es si continuamos con todas las dificultades y carencias que se sufren actualmente en los ámbitos del Estado y la sociedad, o si se hace el cambio para mejorar la salud, reactivar la economía, aumentar el empleo y buscar el bienestar de las mayorías.
Debido a ello, no es irrelevante el pensamiento de las personas que tendrán la misión de ser candidatas para conducir el país en los próximos cinco años. Las palabras tienen la elocuencia de constituirse más que en promesas, en proyectos de acción. En tanto que los silencios son también una señal que no se puede desconocer, pues representan síntomas de no saber qué hacer, de no tener qué decir, sea por ignorancia o porque no interesa la solución de los problemas.
Ante la situación de rispidez que todavía se vive en las carpas del Partido Colorado, luego de los resultados del domingo último, el candidato colorado Santiago Peña dijo en un acto partidario que la gente está cansada de las peleas, porque no se está hablando de sus problemas. “Yo quiero hacer un esfuerzo de cambiar la dinámica de la discusión política. Yo quiero seguir hablando sobre cómo vamos a mejorar la seguridad, la salud, la educación. Cómo haremos para que el Instituto de Previsión Social sea un centro de prestación médica y que las jubilaciones están aseguradas. Cómo vamos a hacer que haya medicamentos, cómo haremos para generar empleo. Yo tengo el desafío de generar 500.000 empleos en los próximos cinco años”, manifestó. Y no le falta razón, porque en el fondo de las cosas, la tarea que queda es enorme ya que el Paraguay se encuentra en uno de sus peores momentos económicos y sociales de los últimos tiempos.
Fue mucho más allá cuando aseveró que se identifica como el mayor cambio político en la historia del Paraguay, porque, personalmente se considera una alternancia al modelo político vigente. Y explicó que la alternancia no es solo cambiar un partido por otro, sino proponer ideas, actitudes diferentes que construyan el cambio anhelado en el país.
En estos momentos en que las elecciones internas ya son parte del pasado, en que hay que mirar hacia adelante, los partidarios del gobierno actual tienen que cambiar de actitud, bajar el hacha de guerra y confundirse en un abrazo republicano con los de Honor Colorado.
Lo que está pasando en el PLRA con las denuncias de elecciones amañadas debería ser suficiente advertencia sobre la necesidad de un gobierno con liderazgo nuevo y con capacidad de liderar políticas públicas.
Los republicanos de todas las tendencias tienen que dejar atrás las rencillas y vivir la nueva etapa política del momento de cara a las elecciones generales del 30 de abril, que es el gran desafío que les queda. Deben restañar las heridas, calmar los dolores y seguir adelante, que es conseguir el mando del país para el quinquenio que viene.
Y no perder de vista lo más importante, como ha señalado Peña, que es trabajar proponiendo nuevas ideas, asumiendo actitudes diferentes para construir el cambio anhelado en el país. En ese sentido, su proyecto de gobierno tiene una visión muy distinta a la de la actual administración estatal. Por eso resaltó que se identifica como el mayor cambio político en la historia del Paraguay, pues no se trata de diferentes banderas, sino fundamentalmente de posturas de otra índole, con énfasis más marcados en cuestiones de relevancia para la sociedad nacional.
Eso se ha visto al demostrar que su principal preocupación política es el mejoramiento económico del país. Que consiste en que haya fuerte crecimiento del aparato productivo, con más ofertas de trabajo para la gente, con reducción de la pobreza y posibilidades de progreso para los más desamparados. Lejos de las peleas estériles.