La pesada herencia con instituciones prácticamente descuartizadas por el bastardeo que sufrieron, la miseria imperante en todos los rubros y flagelos como el narcotráfico, el contrabando que se potenciaron durante la actual administración estatal, dejan un enorme desafío para el próximo gobierno de mejorar las condiciones de vida, pero principalmente combatir, de ser posible desterrar la corrupción posicionada en los últimos años.
La transparencia, la misma que emergió como política de gobierno en el 2014 mediante una ley que se constituye garantía en el Acceso a la Información Pública, es la herramienta clave para combatir la corrupción. Recuperar ese hábito de transparentar las gestiones en la administración estatal, rendir cuentas a la ciudadanía del destino de sus recursos es la base de ese desafío de sanear, limpiar la contaminación generada en este gobierno que es calificado como uno de los peores de la era democrática.
Estamos despidiendo a un gobierno que se instaló con la bandera de Paraguay de la Gente, pero terminó rediciendo ese eslogan al Paraguay de los amigos. La crisis sanitaria es un hecho histórico, inolvidable de la angurria que caracterizó a quienes manejaron el país en estos tiempos, codicia que dejó a miles de familias mutiladas porque sus seres queridos no encontraron remedios, camas de terapia en el momento que lo necesitaron cuando sacaron US$ 1.600 millones en préstamos para el combate al covid-19.
Por cierto, hasta hoy día no vemos una rendición de cuentas de la ejecución de los préstamos de emergencia que subió a US$ 2.600 millones. Nos llenan de gráficos en los portales de las instituciones, pero no se sabe cómo realmente se utilizó ese dineral, quiénes son los beneficiarios finales, quiénes facturaron, a cuánto, datos fundamentales del bueno de los recursos públicos.
Recuperar esa gestión transparente para controlar el uso de los bienes es el punto de partida. El Paraguay necesita recuperarse de los golpes, reivindicar su dignidad, sus derechos.
Quedan empleos por el suelo, hay que reconstruir fuentes de trabajo con los últimos informes estadísticos supimos que hay 300 mil nuevos pobres durante este gobierno, que cayeron 250 mil empleos. Los sistemas de salud tanto de la cartera estatal como del Instituto de Previsión Social (IPS) siguen haciendo sufrir a la ciudadanía, no hay cobertura eficiente.
El crimen organizado se estructuró, consolidó un esquema de negocios, de exportación burlando los controles del Estado como nunca. Las cifras de decomisos de cocaína en el exterior ridiculizan a nuestras instituciones, como si fuera poco, hemos visto a los propios ministros de este Gobierno en fraternidad con sindicados de narcotraficantes, de interés internacional.
El contrabando arrasa, ingresa fluidamente. La aparatosa presentación de la Unidad Interinstitucional Anticontrabando quedó allí, el máximo ruido que hicieron fue aquel desafío que difundieron mediante una conferencia de prensa en la que dijeron que iban a atacar el contrabando por tierra, agua, aire.
Las licitaciones amañadas, sobrefacturadas, las multimillonarias ganancias de la empresa declarada por Mario Abdo Benítez detrás de los megacontratos de rutas desde el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) son parte de ese Paraguay que se redujo a la familia y amigos del mandatario que relegó a mucha gente en este país, porque evidentemente las prioridades de la gente no están en los asfaltados.
Estos privilegios desmedidos, manoteo de recursos públicos en favor de los influyentes, sobrefacturaciones de insumos sanitarios de emergencia, oscuros manejos del presupuesto estatal son los mecanismos que hacen florecer la corrupción y que el próximo mandatario elegido en las generales de abril deberá exterminar, de lo contrario seguiremos con esta acuciante situación, acogotando a la gente, privando del desarrollo a las generaciones.
El próximo presidente de la República sabe de las necesidades de la gente y también tiene sobre la mesa el diagnóstico de un Estado asfixiado por la corrupción. De ahí que sanear las instituciones públicas es una urgencia impostergable, este país ya no aguanta, cero tolerancias contra la corrupción.
Fortalecer los entes de control, una ciudadanía servida con información pública de manera eficiente y un gobierno abocado a pelear contra la pobreza, la corrupción es la esperanza en los hombres del poder que reemplazarán a los cuestionados que estuvieron a punto de rematar este país.