Insoportable calor y además la ciudadanía debe soportar el mal servicio de la aguatera estatal que plantea todo tipo de argumentos ante las quejas reinantes. Es inevitable el enojo, la indignación contra la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay (Essap) y su presidente Natalicio Chase que para hacer campaña política sí es bueno, sin embargo, la eficiencia en el abastecimiento del líquido vital es uno más de los aplazados de este gobierno.
Llueven reclamos en barrios enteros, el problema de los caños rotos y el desabastecimiento son deudas que no se priorizan.
En la pandemia le fue otorgado un importante presupuesto a la Essap para paliar los gastos de usuarios, pero también para mejora de infraestructura, sin embargo, seguimos lamentando el mal servicio. Trascendieron más nombres de recomendados contratados en rubro de servicios personales que resultados alentadores en la distribución.
Frecuentemente vemos en las gacetillas oficiales grandiosos convenios institucionales, principalmente enormes anuncios de cooperación de binacionales con el objetivo de ampliar las redes de suministro, bombas de agua, entre otros elementos concernientes al servicio. Nada de esto parece pesar al ver la expansión de reclamos.
Hace unos meses, sacudido por escraches y reclamos, el presidente de la Essap, Natalicio Chase, señaló en entrevista que se requiere renovar aproximadamente 200 kilómetros de cañería de manera urgente en la ciudad de Asunción. Sin embargo, manifestó que recién tienen previsto realizarlos el año próximo, estimó presupuesto de unos G. 45.000.000.000, el monto es nada comparado a la serie de despilfarros de los que somos testigos rutinariamente.
Las prioridades no han sido tratadas con urgencia en este gobierno, esto pasa no solo en la Essap, sino que es modus operandi en casi todas las administraciones a cargo del ejecutivo. Las autoridades de la aguatera estatal hablan de 45.000 casas con conexiones clandestinas, alto índice de morosidad, estado desastroso de las cañerías y que una modernización más o menos efectiva necesariamente obligará al aumento de las tarifas en casi la mitad.
Todo es excusa. Culpar a realidades arraigadas por la desidia administrativa como son las conexiones clandestinas es un argumento que no tiene cabida en el pensamiento de los funcionarios eficientes, leales a los intereses del Estado. La gente requiere agua, no existen argumentos que aplaquen esta necesidad que es de vida.
A diario somos testigos de lamentos de los vecinos. En estos días, las redes sociales se hacían eco de reclamos en San Antonio. Un poblador señalaba que esta carencia es una muestra de que la tortura no termina en Paraguay porque desde hace cuatro años que nos torturan, en especial en verano. Criticó que se siga utilizando la vieja excusa de que por culpa de morosos no se puede realizar una distribución que satisfaga la demanda real.
La reacción del poblador de la ciudad de San Antonio es uno de los miles de pensamientos. Nadie cree ya en las excusas de las autoridades, porque en manos de las mismas está resolver estos problemas de siempre, para eso están en altos cargos y con jugosos sueldos. En las últimas semanas, barrios enteros de Asunción, Lambaré y varias ciudades del interior se quejaban de la falta de agua.
En el interior incluso, ya obligatoriamente, se habituaron a juntar agua por la madrugada, debido a que no se abastece con el servicio. Este es un régimen humillante que debe ser eliminado de por vida, para ello los usuarios abonan un monto por el suministro, no es gratis, además de que es un derecho humano fundamental.
El Gobierno que se instale deberá ser muy exigente con las inversiones para renovar la infraestructura necesaria y mejorar el deplorable servicio que hoy día deja sin suministro a gran parte de la población. Desatender las necesidades básicas de la gente es una de las grandes decepciones de esta administración estatal que está de salida sin mayores chances en cupos políticos porque lo han hecho todo mal.
Garantizar un servicio eficiente, agua de calidad, debe ser una obligación impostergable para el siguiente Presidente de la República que se instale al mando del país.