A pesar de su riqueza agrí­cola y ganadera, de su gran disponibilidad de energía eléctrica, nuestro país sigue siendo dependiente de la importación de algunos insumos de vital importancia para su progreso. Aparte de los derivados del petróleo que no se pueden procesar a precio conveniente, para las construccio­nes, hasta ahora se depende del cemento que se importa de otros países. A pesar de la posibilidad de producirlo aquí, lamen­tablemente se ha estado sujeto del pro­ducto importado. Debido a ello salen del país rumbo a otras naciones millones de dólares que se necesitan para costear requerimientos locales.

Felizmente, esta situación desfavorable de depender del exterior irá terminando paulatinamente desde este mes que se acaba de iniciar, pues la fábrica nacio­nal Cementos Concepción (Cecon) ya ha iniciado la producción a gran escala para comenzar la comercialización durante diciembre. De ese modo, el Paraguay se podrá autoabastecer de ese elemento tan importante para el progreso de la indus­tria de la construcción, evitará la fuga de recursos financieros, que se quedarán en el país para financiar otros proyectos. Y se dará trabajo permanente a centenares de paraguayos que hasta ahora no tenían la suficiente estabilidad laboral para lle­var el pan a sus familias.

Durante una reciente visita realizada por distribuidores de cemento de todo el país a la planta industrial de Cecon, en San Lázaro, Concepción, un directivo de la entidad explicó que desde este mes inicia­rán el operativo de comercialización en todo el territorio nacional.

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“Estamos muy contentos, porque es un momento histórico para el Paraguay y el sector de la construcción, porque, por un lado, desde el 3 de noviembre Cecon empezó a producir clínker y cemento, es decir, ya estamos en el proceso de fabri­cación, control de calidad y contar con un stock de cemento de modo a poder comercializar ya en el mercado local”, explicó el gerente general de la empresa, Jorge Méndez.

De acuerdo con la apreciación del téc­nico, ya que la capacidad de producción de la industria es de 20 millones de bolsas anuales, con la presencia de Cecon ya no faltará cemento en el Paraguay. Lo que quiere decir que se podrán encarar todas las obras privadas y públicas, así como impulsar la construcción de pavimentos rígidos de cemento, sin necesidad de tener que importar nada, lo que significará un importante ahorro de dólares al país.

Otro asunto de gran valor social y eco­nómico de esta industria es que genera empleos y trabajos remunerados para centenares de trabajadores. Se estima que ha creado 1.500 puestos laborales direc­tos e indirectos, pues aparte de los obre­ros de la fábrica, y de la cadena de sumi­nistros hay que incluir a los que realizan mantenimiento de la planta, depósitos de materiales, los fletes fluviales y el trans­porte terrestre. Todas las personas que anteriormente no tenían una tarea fija ni contaban con ingreso asegurado.

La planta industrial se considera una de las más grandes del sector privado, que ha demandado inversiones por más de 300 millones de dólares. El enorme capital invertido es totalmente de origen nacio­nal, como pocas veces se da en inversio­nes de gran porte en nuestro país.

Un detalle no menor de la puesta en mar­cha de esta planta industrial es que con su producción se estará en condiciones de reemplazar todo tipo de importación de este tipo de producto y afines. Se estima que más del 60% del cemento que nues­tro país requiere para sus necesidades se compra de otros países, lo que con la con­tribución de Cecon se podrá satisfacer totalmente con este elemento producido en territorio nacional.

El Paraguay es una nación que tiene la nece­sidad de ir creciendo sin pausas para superar su retraso económico en numerosos ren­glones, especialmente en el campo fabril. Por eso tiene que seguir apostando fuerte­mente en la creación de nuevas industrias, la potenciación de las existentes y comen­zar su etapa de nación industrial. Tiene una abundante mano de obra con su población joven, posee energía eléctrica suficiente y de bajo costo, y numerosos recursos natu­rales. Falta que la clase empresarial, que ha demostrado su capacidad de trabajo en otros frentes, se decida a realizar nuevas inversio­nes en la transformación fabril. Como este ejemplo que nos ocupa.

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