A comienzos de la semana pasada, la Cámara de Diputados aprobó velozmente el proyecto de ley que permitirá que el IPS se endeude por 240 millones de dólares. Lo hizo a instancias del Ejecutivo que necesita fondos para las internas, mediante las maniobras del abdista clan Samaniego, que tiene simpatías incurables en la previsional. Los entendidos dicen que no será para financiar infraestructura ni para comprar los medicamentos que reclaman los asegurados o para mejorar los servicios. El préstamo autorizado permitirá al Gobierno disponer de esa suma de dinero poco antes de las internas coloradas. Y lo hará a través del ente que responde directamente al oficialismo. La razón esgrimida, que puede entenderse como un pretexto, es que el organismo estatal necesita esa suma para cumplir sus obligaciones con los proveedores de fármacos. ¿Por qué tanto apresuramiento para conseguir ese dinero justo antes de las internas? ¿Por qué en Diputados no se siguieron los reglamentos internos, con los plazos y estudios previos estipulados por las normas para analizar los proyectos de ley?
Todas son incógnitas que tienen su explicación teniendo en cuenta las necesidades del oficialismo de poder mejorar sus chances electorales en las internas del coloradismo del 18 de diciembre. ¿Con ese dinero cuántos votos más se podrían obtener mediante regalías, sobornos directos y encubiertos para comprar a miles de votantes que no apoyan al oficialismo?
Por el momento que se vive y los cuestionamientos técnicos y políticos que le hacen al proyecto de más deuda para el IPS, lo más práctico es no apurarse. Y buscar una explicación de cómo y por qué la deuda se incrementó cuatro veces más a partir del 2019. Por qué en ese tiempo no fue capaz de pagar sus compras y no aumentar tanto el pasivo, si en ningún momento dejó de tener ingresos. En el 2019, a poco de comenzar la administración de Abdo Benítez, la deuda del IPS a sus proveedores era de 400 mil millones de guaraníes. Luego de cuatro años de la gestión de este gobierno, el total que la institución debe a los que le venden medicamentos aumentó a 1.600 millones de guaraníes, una suma extraordinariamente alta, cosa que solo puede entenderse por ser producto de una mala gestión administrativa.
Por eso se impone realizar una rápida y profunda auditoría al IPS, para determinar las causas de la situación a que se ha llegado. Antes que autorizar que contrate más deudas para pagar deudas.
Los técnicos recomiendan rechazar totalmente la contratación de los nuevos créditos que se están autorizando en el proyecto que tiene media sanción de Diputados. Y exigir que la institución pague sus cuentas con los ingresos que tiene para ello, pues no se puede admitir que siendo la institución que más recauda después del Ministerio de Hacienda tenga que estar endeudándose para sus compras habituales.
Otra de las propuestas es obtener más recursos recurriendo al reembolso de lo que le deben sus grandes deudores, como el Estado. Además de procurar la obtención de otros ingresos genuinos. Dos ex altos funcionarios del IPS dijeron que la deuda se puede pagar recurriendo a diversas fuentes, como el cobro de la deuda que tiene el Estado por el seguro social que ronda los 350 millones de dólares, además de percibir los valores por la atención a los no asegurados durante la pandemia del covid-19, que serían 70 millones de dólares. También han propuesto que se utilice el 1% del aporte patronal adicional al 2,5% destinado a gastos rígidos de los ministerios de Salud y de Trabajo. Además de otras posibilidades financieras como la ampliación de las normas que crean el fondo nacional de cobertura a pacientes con covid-19 hospitalizados.
En ningún caso se debe recurrir a aprobar el endeudamiento por 240 millones de dólares que se pretende con la ley en estudio. Es muy peligroso por sus posibles consecuencias financieras para la institución. En esta situación se está bajo la fundada sospecha de que el Ejecutivo quiere usar parte de ese dinero para financiar los gastos de la interna colorada, para pagar coimas en favor del oficialismo y apuntalar a sus candidatos que en las encuestas están por debajo de sus oponentes.