Algunas semanas atrás, mucha gente se escandalizó cuando a un paciente del Instituto de Previsión Social (IPS), que padece rinitis avanzada, le agendaron la cirugía que requiere su mal para setiembre del 2023. Como se estaba en el noveno mes del año, los asegurados del ente protestaron en los medios periodísticos preguntando por qué a un paciente había que hacerle esperar un año para someterle a la operación quirúrgica que su enfermedad le exigía. Parecía un plazo exageradamente largo que en una institución donde el paciente paga una mensualidad para los servicios médicos le hicieran esperar tanto tiempo para una cirugía. Habitualmente ese tipo de intervenciones se programa y se realiza en alrededor de un mes. Las explicaciones que se escucharon indicaban que el hospital no tenía la disponibilidad de tiempo ni cirujanos suficientes para modificar el plazo. Y como es una institución del Estado, muchos entendieron que está afectado por la típica ineptitud de las entidades públicas, donde cualquier actividad, burocrática o no, siempre lleva más tiempo que en el sector privado.
Durante esta semana se conoció otra noticia también muy sorprendente. Una mujer cuyo diagnóstico es septumplastia, y que debe someterse a una operación de cirugía para corregir una desviación del tabique nasal, tiene una notificación para operarse el 3 de noviembre del 2023. La cita se la dieron en la consulta que realizó el último 6 de octubre, lo que quiere decir que desde el día de su mencionada atención médica tendrá que esperar con su dolencia durante 13 meses, que es el tiempo que va de octubre del 2022 hasta noviembre del 2023. Si no se tratara de una cuestión tan seria y delicada como que es un asunto de la salud que afecta a una persona, esto podría parecer una broma.
A las muchas denuncias contra la institución se ha sumado últimamente la de pacientes oncológicos que no pueden conseguir las medicinas que necesitan, porque en su farmacia no las tienen. Son 12 medicamentos para el tratamiento del cáncer que desde agosto no se consiguen en el IPS. Y lo peor de todo es que como esa enfermedad es muy seria, hay pacientes que han fallecido debido a esta situación, según denuncias hechas por algunas enfermas oncológicas.
Directivas de la Asociación de Pacientes Oncológicos que hicieron el miércoles una protesta frente al Hospital Central expresaron su preocupación por la situación que están viviendo, ya que las medicinas que necesitan son muy caras y no las pueden comprar en farmacias privadas. “El cáncer no espera. Esta desidia cuesta la vida de muchas compañeras. Muchas han fallecido en este período de 60 días porque su enfermedad avanzó, no tenían la medicación y murieron”, señaló a un medio de prensa la vocera de la asociación, Gloria Villasanti.
Estos hechos son inaceptables, sobre todo porque están de por medio la salud y la vida de las personas, que no son cualquier individuo, sino seres humanos que han contribuido y contribuyen mensualmente con su aporte monetario a la institución previsional. Son realidades que constituyen un escándalo y que demuestran el grave desprecio que tienen la institución y sus directivos hacia la situación y las necesidades de sus asegurados. Los burócratas podrán dar todas las explicaciones que deseen, invocando los pretextos más diversos. Pero la realidad es una y lamentable: el Instituto de Previsión Social no satisface los requerimientos de las personas cuya vida y salud dependen de él.
El Gobierno debe disponer el cambio del presidente y de los principales responsables de la institución. Se tienen que reorganizar los organismos de servicio y administrativos y reformular todo el sistema operativo. La ineficiencia y el daño que provoca la previsional, en este caso ya no es solo responsabilidad de sus altos funcionarios, sino también de las autoridades nacionales que debiendo tomar las medidas necesarias para cortar de raíz los graves problemas no lo hacen.
La institución siempre ha tenido dificultades de diversa índole, tanto en los servicios como en la provisión de medicamentos. Pero nunca han llegado a los niveles de ineficiencia y abandono que alcanzaron últimamente. Lo que vuelve imprescindible y urgente que se encare una profunda reestructuración para poder servir realmente a la gente.