La cercanía del año fiscal venidero, que implica nuevos planes, la previsión de gastos e ingresos y el direccionamiento de las gestiones ante los grandes desafíos van mostrando una lamentable faceta de cierta clase política. Se trata de gente que no piensa en el país ni en las necesidades de su gente, a la que solo le importan los intereses de su sector. Que por ello usa y quiere utilizar el Estado, no para hacer progresar a la nación, sino para sus provechos clientelistas de sector. Una peligrosa plaga que está difusa en los diferentes ámbitos del esquema estatal y cuyos proyectos y acciones se deben frenar, si no se quiere empeorar la situación de la nación y de los paraguayos.
Una muestra clara del peligroso accionar de esta facción de políticos es lo que están planificando hacer con el dinero del presupuesto estatal para el 2023. Con nuevas propuestas de gastos corrientes para el próximo ejercicio fiscal pretenden aumentar las erogaciones públicas en el equivalente de 1.800 millones de dólares, más de 12 billones 600 mil millones de guaraníes, superior a la deuda que se concretó en el 2020 para hacer frente a la emergencia causada por la pandemia.
Pero como los ingresos no tendrán incrementos significativos, el déficit fiscal crecerá hasta el 4% del producto interno bruto (PIB), muy por encima de lo recomendado por la prudencia y más del doble de lo reglado por la Ley de Administración Financiera, que admite hasta un -1,5% del PIB de saldo negativo en las cuentas del Estado.
Entre los aspectos muy cuestionables de estos incrementos que prevén ciertos sectores políticos es que con ellos obligarán al gobierno actual y al que asuma en el 2023, sea del signo que fuere, a aumentar los impuestos o crear nuevas tasas tributarias. Y a elevar aún más su endeudamiento, que está en uno de los picos más altos de la historia. Es decir, a empeorar más aún la situación financiera del país al tener que gastar mucho más con los mismos ingresos que se tienen.
La cosa no termina con los posibles nuevos préstamos que hay que gestionar. También obligará al fisco a recortar fondos destinados a inversiones para usarlos en gastos corrientes, es decir, para salarios y afines. Con lo cual el plan financiero que se haga afectará fuertemente a los nuevos proyectos que tienen previstas muchas entidades gubernamentales.
La clase política consciente no puede aceptar este desmadre financiero que proponen algunos grupos. Tiene que parar este inaceptable propósito de los que no aman a la patria, porque es un vulgar asalto a los genuinos intereses de todos los paraguayos. Y llevar los números del presupuesto estatal a cifras razonables, incluso procurando sanear las finanzas públicas con nuevas medidas.
De una vez por todas hay que iniciar el achique del Estado gigantesco y comenzar la disminución de las erogaciones que hacen daño al presupuesto público, que está fomentado por los irresponsables que se dedican a la politiquería. Esta administración gubernamental que ya se va en diez meses tiene la obligación de iniciar esa tarea y por eso no debe admitir el abuso que quieren cometer los políticos que responden a su facción. No al aumento de los gastos corrientes que desangran las finanzas públicas para solaz de los irresponsables y antipatriotas.
El Paraguay debe mirar para adelante con proyectos de más inversiones y el fomento del crecimiento económico, cosa que debe encabezar la administración estatal. En los últimos cuatro años la actividad productiva prácticamente se paralizó y en el 2022 no se vislumbran cifras positivas. Ha llegado el momento de dar un gran salto para rescatar todo lo que se ha perdido y reiniciar una vigorosa recuperación de los diferentes sectores que compone la economía nacional. Para ello es crucial comenzar con las reformas estatales necesarias, la disminución de los gastos corrientes, el aumento de las inversiones genuinas. Y sobre todo insistir en una fuerte austeridad del fisco, sin la cual es impensable lograr cualquier avance.
Por eso se deben rechazar todos los incrementos de gastos públicos que pretenden incluir algunos legisladores en el presupuesto para el 2023. Porque atentan contra el sano equilibrio del país.