En el Día Internacional de la Pobreza, que se recuerda cada 17 de octubre –es decir, precisamente hoy–, lamentamos que por la desidia de este gobierno, la ausencia de planes en concreto, en vez de disminuir la indigencia, se generaron 350 mil nuevos pobres.

El Índice de Pobreza Multidimensional, que el Ins­tituto Nacional de Estadística (INE) presentó este año, analiza las carencias de la población desde cuatro dimensiones: el acceso al trabajo y seguri­dad social; vivienda y servicios; salud y ambiente, y educación. Los resultados conducen a realidades alarmantes que sufre gran parte de la población. Según los resultados del referido estudio, más del 20% de la población están “sumergidos” en esta pobreza.

Al cierre del período anterior de gobierno, las cifras de pobreza en Paraguay alcanzaban a 1.600.000 personas. En tres años de Mario Abdo Benítez subieron a 1.951.000 las personas en condición de pobreza. Esto, dicho en los informes oficiales, se traduce a cerca de 2 millones de residentes en tie­rra paraguaya cuyos ingresos no llegaron al monto per cápita para la canasta básica de consumo (ali­mentos y no alimentos) estimado para el 2021.

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Por departamento, la pobreza multidimensional arroja que en Caazapá se encuentra un 51,49%; en San Pedro un 41,38% y en Caaguazú un 33,04%, citando los de mayor afectación.

Medidas paliativas no faltaron; al contrario, aumentaron. Creció la cantidad de subsidios y pla­nes sociales, pero la pobreza en Paraguay se incre­mentó.

Los especialistas en el tema no descartan que las cifras sean aún más desalentadoras en los próxi­mos meses debido a la improvisación, la corrupción y el desgobierno.

¿Qué pasó?, los entendidos hablan de trato inade­cuado de la pobreza, el no tomar medidas certeras, con bases planificadas, esto hizo que las acciones se reduzcan al reparto de subsidios y otra vez con altos índices de corrupción.

Al cierre del primer semestre de este 2022, el con­tralor general de la República, Camilo Benítez, pre­sentó ante ambas cámaras del Congreso Nacional todo el compendio de información sobre audito­rías practicadas en las instituciones del Estado y los gobiernos municipales y departamentales. Destacó como un hecho llamativo el cobro irregu­lar de subsidios durante la pandemia del covid-19, involucrando incluso a funcionarios públicos, lo que ocasionó un perjuicio de G. 20.000 millones al fisco. Estos hallazgos son apenas una parte de la galopante corrupción instalada en las institucio­nes públicas mediante diferentes modalidades.

Esta corrupción, sumada a la falta de liderazgo y eficiente gestión, es la que acogota a todo el país. Detrás de esto están además el alto nivel de endeu­damiento, la inflación por las nubes, desempleo, instituciones con altos funcionarios desmoraliza­dos, las promesas incumplidas para la mejora edu­cativa y de conectividad, etc.

Las últimas revelaciones de la Encuesta Perma­nente de Hogares informan que la mayor proble­mática que existe en la actualidad es obtener un trabajo digno, por eso la tasa de desempleo afecta a unas 320.000 personas en el Paraguay. Esta cifra representa un 8,5% de los paraguayos en la capital.

Con los millonarios recursos que fueron aprobados a este gobierno, como los US$ 1.600 millones para medidas de contención en pandemia, no fueron capaces de llevar adelante prácticas más sosteni­bles para la economía.

Básicamente, la bandera del Presidente se limita en construcción de kilómetros de rutas, obras por cierto financiadas mayoritariamente con présta­mos, lo que otra vez torna cíclico generar y mante­ner puestos de trabajo. Esto sugiere que el favore­cido no es el pueblo paraguayo ni el trabajador que necesita llevar pan a su mesa, sino negocios a los que el propio mandatario declaró estar vinculado.

No hay que olvidar que la empresa distribuidora de asfaltos, declarada por Abdo, creció 450% en sus importaciones tras el impulso de construcción de rutas a través del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC).

Miles y millones se derrochan en este país, lamen­tablemente los gastos no redundan en beneficio de la gente. Si miramos de lejos los millones en transferencias sociales, distribución de víveres que hacen las mismas binacionales, queda a la vista que todo es asistencialismo, capaz clientelismo en mayor o menor proporción también.

Estos hechos demuestran que no hay voluntad política ni interés, mucho menos empatía por resolver los problemas de supervivencia de la población. El próximo gobierno que arribe al Pala­cio de López se topará con esta triste realidad y debe estar preparado.

No podemos seguir para atrás, los resultados deben ser de mejora y no un retroceso como ocu­rrió en estos 4 años. Sacar de la pobreza en la que se sumergió a las 350 mil personas, además de devol­verle la dignidad a los 320 mil desempleados son iniciativas pendientes de las que no se pueden des­entender los que se ubicarán próximamente en el poder.

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