El ingreso ilegal de mercaderías de otros países y su libre comercialización sin que las entidades represoras del delito actúen adecuadamente hacen cada vez más difícil la situación de los productores que trabajan todo el año para producir y vender sus productos. Existen lugares y momentos en que la circulación de los artículos ilegales es de tal magnitud que causa la desesperación de la gente afectada negativamente y que demuestra que los organismos que deben contener el contrabando no son de mayor utilidad. Porque si la ilegalidad se extiende con tanta magnitud es una muestra indiscutible de que los represores del delito no sirven para el efecto, y que el Gobierno tiene que tomar otras medidas efectivas en ese ámbito.
Si continúa la indefensión del país, seguirá la desesperación de los afectados con todo lo que ello implica como perjuicio para los que se ciñen a la legalidad, y la delincuencia económica se irá adueñando de más sectores de la vida nacional. Es el momento para que las autoridades digan basta al contrabando y la informalidad y actúen con todas las fuerzas contra el delito. El Paraguay no puede seguir en manos de los informales y de los delincuentes.
Uno de los sectores más perjudicados últimamente es el de productores de tomate, que han mostrado su frustración ante la pasividad de las fuerzas del Estado. Uno de los directivos del gremio de productores frutihortícolas lamentó la inacción de las autoridades encargadas de combatir el ilícito ante el avance incontenible del ingreso y comercialización de tomates y otros artículos del sector. Afirmó que los horticultores realizaron muchas inversiones para obtener buenos productos y ahora deben enfrentar las pérdidas ocasionadas por la falta de ventas a raíz del ingreso y la comercialización de artículos introducidos de contrabando.
“El cáncer de la producción nacional una vez más perjudica a la gente que trabaja, a la gente que produce, a los tomateros y locoteros”, señaló el ingeniero Máximo González, coordinador del Consejo Nacional de Productores Frutihortícolas. Fue más allá y lamentó la inacción del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG). Añadió que los responsables de la Unidad de Prevención y Combate al Contrabando (UIC) son unos inútiles porque no son capaces de controlar la invasión de los artículos ilegales al país.
Las palabras de los productores contra las autoridades nacionales son duras, pero en su desesperación no encuentran otros apelativos para las entidades y personas que en los hechos son cómplices de los delincuentes al no detener la entrada y la circulación ilegal de tomates y otros productos por la geografía nacional.
Teniendo en cuenta la avalancha del contrabando y la gran circulación de los artículos ingresados en forma ilegítima, la conclusión lógica más elemental es que no están funcionando los organismos encargados de la represión y sus responsables no están cumpliendo su tarea. Y si las personas que están al frente de los organismos de represión y control de los ilícitos de frontera no obtienen resultados, tienen que ser relevadas por otras que demuestren mayor capacidad para esa tarea.
Cuando la pieza de una máquina no funciona, se la cambia y ya está. Una determinación elemental que hasta ahora el Poder Ejecutivo no ha sido capaz de adoptar. Ese es uno de los errores más visibles y lamentables del máximo responsable del Gobierno, que, por lo visto, no tiene la sabiduría necesaria para comprender la dimensión de los hechos ni la determinación que se requiere para manejar este tipo de situaciones.
La lucha contra el contrabando y los ilícitos que lo acompañan no tiene posibilidades de éxitos cuando desde lo más alto de la decisión administrativa y política de la nación no se actúa contra el delito. Se apoya al contrabando de forma pasiva cuando se continúa con las políticas y personas que no dan resultados y no se toman las medidas necesarias para eliminarlo.
Las autoridades del país no solo deben suprimir, o disminuir al máximo, la economía que gira alrededor del contrabando. También tienen que reestructurar y reordenar los organismos públicos encargados de reprimir ese delito, cambiando las piezas de su conducción que han demostrado su poca capacidad. Por lo que los funcionarios que no produzcan resultados deben ser sustituidos.