El presidente de la República, Mario Abdo Benítez Jr., es absolutamente incapaz de templar su carácter. Carece de dominio propio. Nada menos que uno de los frutos del Espíritu Santo. Y decimos nada menos para evidenciar que sus discursos no pasan de la simple categoría de palabras huecas en oraciones mal construidas. Porque, a cada rato, argumenta que la lista 3 de su movimiento Fuerza Republicana representa la Santísima Trinidad. Por tanto, pregona lo que ignora.

En términos más sencillos: habla por hablar. O peor, ni siquiera sabe lo que dice. Como todo pichón de déspota, no admite la crítica a su mediocre, ineficiente y corrompida gestión. Y reacciona en la misma línea de los autoritarios que se consideran la perfección reencarnada. Y con idéntico lenguaje ordinario de sus antecesores. Emulando los garabatos soeces de los aduladores de la dictadura.

En su última –por ahora– intervención en su papel de censor de la prensa, parecía un analfabeto locutor de “La voz del coloradismo” o un bruto redactor del diario Patria. Órganos oficiales del sanguinario Alfredo Stroessner, bajo cuyo amparo su padre (el del actual mandatario) acumuló su fortuna, sin más méritos que el servilismo al dictador y la cobardía para denunciar los crímenes de aquel régimen oprobioso.

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En ese círculo creció el joven Marito y de sus arbitrariedades y prepotencia mamó hasta el hartazgo. Y esa riqueza espuria, que tiene las dolientes e indelebles huellas de la sangre inocente de miles de compatriotas asesinados por el régimen despótico del sátrapa de ascendencia alemana, formó parte de la infame herencia del actual jefe de Estado. Una herencia maldita y criminal.

A lo largo de estos últimos cuatro años, marcados por la desidia, la inutilidad, la improvisación y el robo inmisericorde al Estado, el Presidente ha demostrado su intolerancia a la crítica. En esta era de la tecnología, en que un teléfono celular es suficiente para eternizar imágenes y sonidos, el menosprecio a los reclamos ciudadanos será la lápida que cubrirá su tumba política. No se precisa de encuestas, la voz de las calles es más que suficiente, para afirmar que su proyecto de apoderarse de la Junta de Gobierno de la Asociación Nacional Republicana, el próximo 18 de diciembre, es un proyecto sin futuro.

Aunque sus paniaguados se desgañiten y esfuercen por ganar las elecciones mediante la caduca práctica de los agravios, en vez de la exposición de propuestas, no son más que pataleos de quienes sienten, inexorablemente, las oleadas populares que habrán de barrerlos del horizonte político nacional. Lejos de admitir sus debilidades, deudas y errores, se cubren con el ropaje de la arrogancia y la soberbia, intentando ocultar sus latrocinios bajo una campaña de infamia, injurias y calumnias hacia sus adversarios.

Estas mentes torcidas, con un cociente intelectual que no supera la medianía, embriagadas de maldad y buen vino (con recursos secuestrados al pueblo), con cada gota de bilis que regurgitan, apuran el trago amargo que les vuelve y golpea el hígado con la acidez del resentimiento y la impotencia. Porque, para quienes solo pueden vivir colgados de los privilegios del poder, no existe peor castigo que perderlo. Con la agravante de que también sufrirán prisión domiciliaria de por vida, por temor al escrache ciudadano, porque la sociedad no habrá de olvidar sus crímenes y sus robos. Arrastrando a este castigo moral a sus esposas, hijos y demás descendientes. Sin olvidar que, a partir de las investigaciones que se realizarán después del 15 de agosto del 2023, puedan surgir, y de seguro así será, imputaciones penales por diversos procedimientos irregulares en la administración de los fondos públicos. Incluyendo a las binacionales, que se manejan con total discreción y sin ningún control de parte de los organismos pertinentes.

El presidente de la República no pudo rebatir ninguna de nuestras denuncias. Probablemente, el garrón mayor que se le atoró en la garganta haya sido la renuncia forzada de uno de sus más funcionales ministros para las maniobras inquisitorias en contra de sus adversarios, Arnaldo Giuzzio. Dimisión obligada por nuestras publicaciones, aunque, en primera instancia, quiso descalificar los trabajos de investigación de los compañeros del diario con el pretexto de una presunta “persecución política”. Mas, demostrado su nexo con un jefe de la mafia trasnacional, no le quedó otro remedio que pedirle su renuncia.

Ni siquiera tuvo el coraje, el carácter y la firmeza para destituirlo. Y le molesta que hayamos desnudado la generalizada corrupción en el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones. Sobre todo porque quien dirigía esa cartera de Estado es ahora su precandidato a la Presidencia de la República. Fue este diario, junto con algunos legisladores de la oposición, el que evitó en plena pandemia un monumental cuan grosero fraude en el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social. Y el que demostró el escandaloso robo de parte de empresas amigas del Gobierno al Instituto de Previsión Social (IPS) en el rubro de limpieza.

La lista de todo lo que denunciamos, y con sólidos fundamentos probatorios, es bastante extensa. Pero más larga aún es la que iremos publicando en las próximas semanas.

Así que, si al Presidente le irritan nuestras publicaciones, le recomendamos que adquiera una caja de cimetidina. Quizás tenga mejor suerte que los asegurados y pueda conseguirla en el IPS, ya que el tráfico de influencias es una de sus mayores especialidades. De nuestra parte, apenas estamos empezando. Lamentamos, pues, las molestias que ocasionamos al Presidente por cumplir con nuestro legítimo papel de investigar, denunciar e informar a la sociedad.

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