El senador colorado Enrique Riera sacudió al país con una explosiva información a la que muchos medios no le han dado mayor importancia. En un informe dado a conocer recientemente en su viaje a los Estados Unidos, señala que, en los últimos tres años, en nuestro país se movieron 470 toneladas de cocaína que fueron embarcadas hacia Europa y cuyo valor rondaría los 25.000 millones de dólares. Dice que esa cifra es casi el doble del presupuesto estatal paraguayo (el presupuesto del 2022 asciende a 96,7 billones de guaraníes). El legislador republicano destaca que durante el gobierno de Mario Abdo Benítez se batieron todos los récords de exportación de drogas en nuestro país, un importante detalle que no es precisamente una condecoración y que haría reflexionar seriamente a cualquier presidente de la República.
El cálculo de Riera se basa en la convicción de que las 47 toneladas del polvo blanco incautadas de operaciones originadas en Paraguay representan apenas el 10% del total del producto que se maneja habitualmente en el tráfico narco desde territorio paraguayo.
Según el documento, el crimen organizado potenció sus acciones en el país durante el gobierno actual. A raíz de eso el Paraguay, de simple país proveedor de marihuana, pasó a convertirse en base de operaciones del tránsito de cocaína.
Por razones difíciles de entender, en mayo del 2020, el entonces ministro de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) Arnaldo Giuzzio disolvió el organismo de la institución que fiscalizaba los puertos privados para controlar si había drogas en los contenedores que salían del país. De ese modo el controvertido ex ministro, que luego fue echado del Ministerio del Interior por sus conexiones con un narco brasileño, mediante la Resolución N° 142 dispuso el cierre de la dirección contralora. Así liberó el control de los puertos privados y eliminó las fiscalizaciones del tránsito fluvial. La explicación para matar la dirección que controlaba el tráfico de mercaderías era reorganizar la burocracia del organismo estatal para buscar poner más personal y proveer de mayor cantidad de muebles y equipos informáticos a otras dependencias.
El único resultado bien visible, y aplaudido por los criminales del tráfico de drogas, fue que ya no había control del paso de las mercaderías dudosas, lo que ayudó a que aumentara la partida de las mismas rumbo a varios puertos de Europa. Llamativamente, desde entonces comenzaron a duplicarse en esos puntos marítimos los decomisos de cocaína embarcada desde el Paraguay. Por eso no es raro que, desde el 2020 hasta junio de este año, los organismos europeos de control hayan interceptado más de 45 toneladas de cocaína fletadas en puertos de nuestro país, según una investigación de nuestro diario. Como se dijo en sus páginas, es lamentable que las autoridades que tienen la responsabilidad de encabezar la lucha contra el narcotráfico hayan disuelto las estructuras de control, lo que permitió que el Paraguay se convierta ahora en un campo fértil para el negocio internacional del estupefaciente.
El ex ministro de la Senad coronel Hugo Vera cree que la consolidación de la exportación de cocaína se debe al actual ambiente político y gubernamental, y al pobre desempeño de la Senad en la incautación de los cargamentos. Señaló que los más importantes decomisos de las drogas los está haciendo la Policía Nacional y no la Senad, que tiene esa tarea como función específica.
Que nuestro país haya llegado en los últimos años a aumentar drásticamente su participación en la circulación de la cocaína es muy preocupante. Y ocurre debido a la misma causa que provoca la cada vez mayor incidencia de los delitos en la vida nacional, la debilidad del Gobierno para hacer frente a la delincuencia en todos los ámbitos. Y además, en este caso, por la torpeza de eliminar algunas medidas contra el tráfico de drogas, como el control de los puertos y lugares de embarque de mercaderías, que se suprimió gracias a Giuzzio.
Es urgente que este Gobierno reconozca sus errores, realice las correcciones y actúe contra el crimen. Ya consiguió el récord de ser el que más cocaína dejó partir. Se espera ahora que haga todo lo posible para revertir esa situación y evitar que el Paraguay siga siendo gran proveedor de estupefacientes.