En la conmemoración del Día de la Industria, uno de los diri­gentes empresariales del área señaló la necesidad de que el Paraguay aproveche su capacidad indus­trial para mejorar la economía. Dijo que se debe insertar en la globalización en forma autónoma y protegido de las asimetrías del comercio internacional. Porque si no podría continuar expuesto a ser una nación sin igualdad de oportunidades y vulnerable a los vaivenes que se producen.

Para ello el Estado y la sociedad deben apostar fuertemente por las empresas fabriles que procesan nuestros productos primarios y dan empleo a gran cantidad de personas. Y las autoridades deben actuar de manera eficiente en los momentos de emer­gencia para proteger a este delicado sector. En ese sentido es lamentable lo aconte­cido con las industrias procesadoras de oleaginosas y cereales, porque en la crisis actual no recibieron la ayuda necesaria de parte del Gobierno. La gerente general de la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales, Sandra Noguera, se quejó del Ejecutivo porque no brindó el apoyo suficiente para la recuperación del sector. “Las medidas del Gobierno no fue­ron tomadas a tiempo, para intentar miti­gar el impacto negativo de la sequía en las industrias”, manifestó Noguera.

Uno de los puntos flacos de la economía paraguaya es depender en un altísimo por­centaje de la actividad primaria, la agri­cultura y la ganadería, con una escasa participación de la secundaria. Por eso los fenómenos climáticos como la sequía y otros similares pueden echar por tierra nuestra producción y hacer tambalear la vida económica del país. Máxime cuando desde los organismos estatales no se pla­nifican alternativas ni se prevén medidas especiales para sobrellevar estos embates y aminorar los costos económicos y sociales.

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El paso siguiente de la economía prima­ria es el proceso de industrialización de los productos obtenidos en el campo y otros sectores como la minería y la actividad forestal, con lo que la dependencia de los factores de la naturaleza se hace mucho menor. Con ello la economía de una nación se hace más poderosa y corre menores ries­gos ante las eventualidades que pudieran surgir. La transformación fabril es lo que se denomina también la economía secun­daria, que es el siguiente paso en la evolu­ción de la primaria, y representa la más alta expresión de la producción económica y el ideal de las naciones que quieren progre­sar.El Paraguay, que es muy rico en condi­ciones naturales y energéticas, tiene una altísima producción primaria, pero, en la contraparte, su producción secundaria es todavía incipiente. Y, por consiguiente, es muy dependiente de los factores naturales.

En ese sentido, el país debe dar el siguiente paso en su evolución económica e ingre­sar con fuerza en la economía secundaria mediante un enérgico proceso de indus­trialización, con la apertura de mayor can­tidad de fábricas, la creación de muchos puestos de trabajo, y una exportación de productos con alto valor agregado. Esa es la realidad de los países más avanzados, que lograron superar su dependencia de la economía primaria y lograron consoli­dar su situación mediante la industrializa­ción. Ese es el proceso de transformación que necesita el Paraguay en su presente y su futuro inmediato. Es la apuesta que se debe realizar desde el Gobierno y el sector pri­vado que invierte en el país.

Ante la debilidad de las políticas de apoyo a la industrialización, el Estado debe efectuar un mayor esfuerzo, no solo con leyes, sino atacando y eliminando la competencia des­leal del contrabando de productos que vie­nen de otros países y compiten ilegalmente con los paraguayos. Y en casos necesarios, debe actuar con medidas rápidas para inci­dir en la provisión de materia prima o ele­mentos que se requieren para que no paren las fábricas ni cierren los negocios, como ha ocurrido con la industria aceitera

No basta con las normas de incentivos a la inversión ni con las buenas intencio­nes para que haya más industrias. Hay que actuar también para proteger a las ya exis­tentes, para asegurar que su producción no sufra los ataques de la informalidad y para que pueda trascender las fronteras con mayores exportaciones y la apertura de nuevos mercados en el exterior.

Para asegurar la solidez de nuestra econo­mía, la expansión de la industria debe ser una de las principales apuestas.

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