A pesar de que ciertas previsiones indican que el segundo semes­tre del año sería mejor que el primero y que la actividad eco­nómica podría repuntar, existen temores de que el electoralismo exagerado que se está viviendo ponga en riesgo la situación macroeconómica. Para algunos analistas, la pelea casi sangrienta de las internas coloradas no beneficia nada a la estabili­dad del país, porque el Gobierno ya no se ocupa de los temas relevantes sino que se distrae en el electoralismo que se vuelve cada vez más tenso. A esto se agrega que las encuestas dan perdedor al candidato apoyado por el Poder Ejecutivo, lo que pone nerviosos a los altos exponentes del Gobierno que usan todos los espacios y medios gubernamentales para su cam­paña interna, sin ningún recato. Con el agravante de que están dejando de lado los asuntos de mayor importancia que afectan a la nación.

De acuerdo con el análisis realizado por algunos especialistas, la estabili­dad macroeconómica alcanzada luego de muchos años de esfuerzo en varios gobier­nos está corriendo actualmente un fuerte riesgo. En su razonamiento señalan que está afectada no solo por la crisis de altos precios de algunos insumos, como el petróleo, las consecuencias dejadas por la pandemia, además de la sequía que echó por tierra la producción del país. También se añade actualmente el contexto de las elecciones internas del Partido Colorado, que puede poner en jaque todo lo que se ha logrado hasta ahora. Y lo peor es que parece que las autoridades nacionales no son conscientes de esta situación y pue­den no tomar las medidas recomendadas.

Lo expresado no es una simple especula­ción, sino parte de las conclusiones a que llegaron los estudiosos de la economía en un encuentro de la corporación Desa­rrollo en Democracia (Dende), donde se analizaron los escenarios sociopolíticos y económicos que afectan al Paraguay y al mundo. La principal preocupación fue que la actividad política exagerada no concluya con un golpe bajo a la economía.

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El tema es delicado, porque algunas pre­visiones hablan de que lejos de mejorar la economía, como estima el Banco Cen­tral con su escaso crecimiento de 0,2%, los índices pueden tener signos negati­vos. Consultoras privadas se inclinan por señalar que habrá una contracción de alrededor del 1%, porque no ven elemen­tos que hagan pensar en un crecimiento.

Así, Dende prevé que la economía caerá este año en 1,2% y que solo en el 2023 se tendrán números positivos. Uno de sus directivos explicó que sus cálculos difie­ren de los de la banca matriz, porque se estima un mayor bajón en la producción agrícola y que tanto la construcción como algunos sectores del área de servicios ten­drán un crecimiento más reducido.

El banco Itaú prevé para este año una caída económica del 1,7%, en tanto que otras consultoras hablan de una disminu­ción del orden de 1%. Basanomics, por su lado, prevé un descenso de entre 0,5% a 1,0%, cifra que es similar a las estimacio­nes de otras entidades privadas.

Con la contracción del 2022 serán tres los años con caídas económicas del Gobierno actual, pues en el 2019 la disminución fue del 0,4 %, en el 2020 la caída fue del 0,8% y esta podría ser la baja más importante, con un índice de alrededor del -1,0%. Aun­que las cifras puedan diferir ligeramente, el común denominador de los análisis pri­vados es que este año la economía para­guaya volverá a tener números negativos, con todo lo que ello implica. Por lo que los diversos exponentes de la producción, el comercio y la industria han mostrado su preocupación, ya que el mal desem­peño continuado trae consecuencias muy duras, tales como el alza del número de desocupados y el aumento de la pobreza en los grupos sociales más vulnera­bles. De ahí el justificado temor de que el electoralismo exagerado del Gobierno extienda su influencia negativa en la vida económica del país.

No hay que permitir que la política mal encarada dañe la estabilidad macroeco­nómica alcanzada en los últimos años. Se debe imponer a cualquier precio el equi­librio entre la política y la economía. Por ello es necesario denunciar el electora­lismo exagerado del Gobierno y exigir que atienda con preferencia los problemas del país.

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