Paraguay es una nación libre y sobe­rana. Que acata y respeta los princi­pios de libre autodeterminación de los pueblos y de no intervención de un Estado en los asuntos internos de otros Esta­dos. Esto último constituye uno de los pila­res fundamentales del derecho internacional moderno, en opinión del jurista, diplomático, académico y político demócrata-cristiano chi­leno, Edmundo Vargas Carreño, quien, también, ejerciera relevantes cargos en la Organización de los Estados Americanos (OEA). Y añade que el principio de no intervención “implica el dere­cho de todo Estado soberano de conducir sus asuntos sin injerencia extranjera”. Y establece una clara línea demarcatoria “entre la persua­sión y la negociación legítima, por medio de las cuales los gobiernos buscan influenciarse unos a otros, y la coerción o la coacción del Derecho Internacional”. Viene esto a cuento del anuncio realizado en la víspera por la Embajada de los Estados Unidos de América de que su gobierno resolvió denegar el ingreso de Horacio Cartes a dicho país. Una determinación que motivó la inmediata reacción del político, empresario, ex presidente de la República y actual candidato a ocupar la titularidad de la Junta de Gobierno del Partido Colorado, alegando que niega y rechaza “el contenido de las acusaciones, las que consi­deró infundadas e injustas”.

Todos los medios de comunicación tienen una línea editorial marcada por la política. Noso­tros nunca ocultamos la nuestra. Solo que algu­nos –como las cadenas lideradas por los gru­pos Zuccolillo y Vierci– tratan de disfrazarla con el mentiroso ropaje de una no menos falsa imparcialidad. Asumen, incluso, desembozadas posiciones partidistas, tratando de destruir al adversario por los tortuosos caminos de la infa­mia, la mentira y la manipulación frecuente de los hechos. Es por ello que continuamos repro­duciendo el comunicado de Horacio Cartes: “Siempre estamos y estaremos comprometidos en ofrecer todo el apoyo y la información de pri­mera fuente que las autoridades necesiten para esclarecer los asuntos que nos cuestionan”. Y concluye: “Seguiremos trabajando en el mismo rumbo, acompañando el fortalecimiento de la democracia, apostando a la inversión en el Para­guay y generando oportunidad y fuentes de tra­bajo a miles de compatriotas”.

Si el gobierno del presidente Mario Abdo Bení­tez, el más corrupto en la historia del Paraguay, y sus aliados mediáticos y políticos de ocasión, pensaron que el comunicado del Departamento de Estado dejaría libre el camino para el triunfo de sus enemigos, se equivocaron de cabo a rabo. El movimiento Honor Colorado, liderado por HC y que proyecta la fórmula presidencial San­tiago Peña-Pedro Alliana, ha declarado que –a partir de ahora– incorporará un nuevo com­ponente para que la victoria en las internas del próximo 18 de diciembre no solo sea contun­dente, sino, principalmente, demoledora, reite­rando que su mayor compromiso es fundar una patria con mejores oportunidades para todos los paraguayos y paraguayas. En puridad de rigor, el aludido documento no afecta la realidad de nuestro país ni tiene implicancias jurídicas y políticas en el Paraguay.

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Nuestro pueblo siempre tuvo la grandeza y el heroísmo de decidir su propio destino. Y para defender ese sagrado derecho hasta se ofre­ció en inmolación durante la Guerra contra la Triple Alianza. Es el pueblo colorado el que va a determinar el futuro del partido el próximo 18 de diciembre de este año. Y nadie más. Es, también, el pueblo paraguayo el que va a definir el futuro de la patria el 30 de abril del 2023. Y nadie más. Sin embargo, sirva el referido comu­nicado para desnudar las imposturas ideoló­gicas de quienes nunca tuvieron más ideolo­gía que ganar el poder a cualquier precio. Sin importar los costos. Porque, hasta los que reci­tan constantes proclamas antiimperialistas, hoy aplauden el documento difundido por la Embajada norteamericana. El electorado habrá de darle su pago a estos hipócritas en el día de los comicios generales.

Es el actual gobierno, desesperado y errático, el que ahora busca ganar la próxima contienda electoral por abandono del adversario. Ya ame­nazan incluso con un nuevo juicio político a la fiscal general Sandra Quiñónez. Uno de los más fervientes impulsores es el precandidato a la Presidencia de la República por Fuerza Repu­blicana, Hugo Velázquez, amasador de una inmensa fortuna de oscuro origen. Consciente de su orfandad popular, quiere entrar, aunque más no sea, por la ventana. Es que el 30 de abril, gane quien gane, no será el oficialismo. Y todas las cuentas públicas tendrán que aclararse. Es por ello comprensible la terrible angustia de sus principales referentes. A nadie le gusta el brusco cambio de pasar de los placeres del dinero fácil a una inhóspita prisión. Se le cae la noche al “gobierno de la gente” que, por su corrupción y crueldad inéditas, dejó morir a casi 19 mil com­patriotas durante la pandemia del covid-19. Ya lo dijimos. No habrá perdón ni olvido.

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